Media maratón de Villaverde

Me apunté a esta media maratón como un entrenamiento de cara a la maratón de Madrid, ya que se iba a celebrar el 23 de marzo y me venía de perillas para realizar el entrenamiento largo yendo corriendo desde casa a la salida de la media, haciendo la media y vuelta a casa. En esta fecha tuvieron que suspenderla porque había un tramo que transcurría paralelo al río Manzanares, en el Parque Lineal, y temían que se pudiera desbordar por ahí. Anteriormente ya se había suspendido en 2017 y en 2018 por un informe negativo del Samur. El caso es que esta vez en vez de suspenderla del todo la aplazaron al 25 de mayo, cuando ya, en mi caso, no tenía sentido realizar una media. Cierto es que ofrecieron la posibilidad de cambiarse al 10 k que iban a celebrar junto a la media o incluso de que te devolviesen la inscripción, pero lo dejé tal cual.

Cambiaron de fecha y de recorrido convirtiendo la prueba en una carrera insulsa y fea que además se vio afectada por el inmenso calor que hizo. La prueba de 10 k tenía prevista la salida a las 9:30 y la media diez minutos después, pero por algún motivo que desconozco la prueba de la decena de kilómetros se postergó hasta las diez menos cuarto y la media diez minutos más tarde hasta las diez menos cinco. Ya hacía bastante calor antes de que comenzase la primera prueba.

Algunos de los compañeros del Club Atletismo Zofío se apuntaron a la prueba más corta (dorsales azules) y otros nos apuntamos a la media (dorsales amarillos). Salieron los primeros, los dimos unos gritos de ánimo y calentamos un poco más antes de ponernos detrás del arco de salida. La verdad es que se veía bastante gente esperando la señal de partida, cosa que me extrañó siendo una fecha tan poco apropiada para una media maratón, pero bueno, no todo el mundo corre medias para preparar una maratón, algunos lo hacen como un fin en sí. De hecho yo había corrido en Jadraque y en Ávila por estas fechas y no tenía ninguna maratón que preparar. Sólo por vicio. 😉

Salí con una compañera a un ritmo de 4:35 más o menos y ella ya antes de comenzar decía que no se encontraba bien, que no podía respirar bien. Yo iba mirando hacía atrás porque se iba quedando y aflojaba el ritmo para que no se me perdiera. El día anterior puse que me pitara el reloj cada 400 metros y olvidé cambiarlo, así que no me iba pitando los kilómetros y eso me hizo un poco de lío. Tanto que una de las veces que miré el reloj vi que marcaba cuatro kilómetros y yo pensaba que llevaríamos seis o siete. Fue la compañera detrás de mí hasta el kilómetro seis o siete que la perdí de vista, por más que miraba hacia atrás no la veía, así que ya me desentendí de ella. Yo seguía a mi ritmo, pero no me veía nada fino, sobre todo de cabeza.

La media maratón eran dos vueltas. Una de diez kilómetros compartida con los que hacían 10 y una segunda prácticamente igual con un añadido para hacer once. Muchas kilómetros se hacían por el Parque Forestal, camino arriba, camino abajo, bastante feo. Luego se iba por Villaverde Alto, no se tocaba el barrio de abajo. En la segunda parte del recorrido aflojé el ritmo y me adelantaron como una docena de personas, uno de ellos llamado Miguel que me adelantó justo cuando pasábamos por su «club de fans» y le animaban por su nombre, pensando yo que me animaban a mí. Faltando unos tres kilómetros me adelantó una chica que iba con un chico que la guiaba y marchaban a buen ritmo. Esa chica fue tercera de su categoría aunque luego hablamos con ella y pensábamos que había sido cuarta. No sé si al final se enteraría de que tenía que haber subido al cajón. Lo curioso de esta chica es que se apellido Villaverde, como la carrera.

Al final llegué a meta con un tiempo oficial de 1:37:42 bastante cansado no sólo físicamente, quizás más de cabeza porque se me hizo larguísimo el recorrido y encima hizo un calor exagerado. Cuando entré en meta el reloj marcaba 1h47 y pensé qué mal tiempo he hecho, iba peor de lo que pensaba, pero el reloj marcaba diez minutos de más que llevábamos los de la media con respecto a los del 10, así que me alegré cuando miré el reloj y vi esos diez minutos menos. No parece mal tiempo pensando que en la media de Latina hice también 1h37, pero el truco está en que esta carrera no llegaba a la distancia de 21097 metros, faltaba por lo menos medio kilómetro, cosa que agradecí porque llegué harto de correr. Al llegar lo único que quería era beber y para llegar a tan preciado líquido había que darse un buen paseo. Menos mal que una amiga me dio una botella antes de llegar al mostrador. Allí me bebí una botella y comí cinco o seis trozos de naranja y un par de trozos de plátanos y más agua y más agua. Luego fuimos a buscar a los compañeros, cogimos la ropa del coche y fuimos a por nuestro plato de paella, que estaba realmente rica. Nos tomamos el arroz sentados en el suelo, en la hierba, esperamos el sorteo y nos fuimos, no nos quedamos a escuchar a la banda de rock porque empezaron muy mal, ya que la segunda canción que interpretaron fue «Voy a pasármelo bien» del grupo Hombres G que ya me contaréis que relación hay entre este grupo y el rock. No me extraña que en los resultados aparezca el nombre de la carrera como «Media Roquera de Villaverde».

Sinceramente prefiero que se celebre a finales de noviembre o principios de diciembre como en anteriores ediciones, pero no sé qué harán los organizadores y también prefiero el recorrido antiguo, pero sí es verdad que el otro recorrido ha dado más problemas que otra cosa.

IV Milla nocturna de Usera

Por segunda vez participé en esta carrera cuya salida y meta se encuentran a trescientos metros de mi casa y por segunda vi que la distancia no eran los 1609 metros sino 200 metros más. Una pena que no estuviera bien medida para comparar con otras millas en las que he participado.

Sobre las cinco y media fuimos a recoger el dorsal y me dio dolió ver que aún había muchos por repartir. Es lo que tiene las carreras gratuitas, que mucha gente se apunta y luego no va. Allí nos encontramos con una amiga a la que llevábamos tiempo sin ver. Nos dijo que llevaba mucho tiempo sin correr y que se había animado con esta carrera porque era corta. Se quejaba de que no hubiese ropero, por lo que le dije que me diera su mochila y la dejaba en casa. Con su mochila a cuestas volví a casa y cogí una cámara pequeña que tenía por ahí sin usar desde hacía tiempo. Como a las siete menos cuarto daban la salida a los más pequeños me fui con la cámara a probar qué tal salían las fotos. Dieron la salida algo más tarde y la carrera quedó algo deslucida porque habría solo una docena de niños y niñas compitiendo, una pena. Hice unas fotos y al rato me fui a casa a ponerme la camiseta con el dorsal y las medias largas. Volví a tiempo para ver la prueba de seniors masculina en la que el chico que ganó lo hizo con una facilidad pasmosa. Al poco le vi por allí, le di la enhorabuena y dijo que gracias, aunque quitó importancia a su victoria diciendo que se dedicaba a eso. En la tanda de las másters salió una amiga, a eso de las siete y media, y no lo hizo mal, porque llegó la novena en una carrera en la que había bastante nivel por delante y muy poco nivel por detrás.

Cuando acabó la amiga me fui para la pista de atletismo del polideportivo de Orcasitas y estuve calentando un rato más, aunque ya me había dado unos cuantos trotes Ricardo Beltrán arriba, Ricardo Beltrán abajo. Un par de minutos más tarde de las 19:45 dieron la salida y salí con un poco de calma, que luego la milla se puede hacer muy larga. Ya fui adelantando gente en la pista de atletismo donde se hacen los primeros quinientos metros. Luego se sale a Ricardo Beltán, dirección hacia la A-42 para realizar una curva de noventa grados y un poco más adelante, a la altura de la calle Arenaria, hacer un giro de 180º y volver por donde habíamos venido hasta llegar a Rafaela Ybarra y allí otro giro de ciento ochenta grados, se entra en el polideportivo y ya están ahí los últimos cien metros. Salí con la idea de ir a cuatro, más o menos, para ello había calculado que tenía que hacer cada 400 metros en 1:36, pero al final ni miré el cronómetro, sólo al pasar por debajo del arco de salida, cuando llevaba los primeros 400 metros y vi que la cosa iba ahí, ahí. Cuando se sale del poli y se coge Ricardo Beltrán hacia Avena, se hace duro por la subida de la salida del polideportivo y porque esa calle es ascendente, ahí se me fueron segundos, no tuve ni que mirar para saberlo. Luego pasando Avena la calle es más llana y se aceleran los pies. Ya íbamos todos más o menos en nuestro sitio, pero un poco antes del giro de Arenaria me adelantó un tipo al que luego adelanté y a otro también. Acabé bastante fuerte y pensé que a lo mejor podía haber ido más rápido al principio, pero me machaqué bastante porque tenía la garganta como si me la hubieran lijado. Hice un tiempo de 7:07 en una distancia de más o menos 1800 metros y me sorprendió porque me salió una media de 3:54 y pensaba que me iba a costar incluso ir a cuatro. Además lo hice más rápido que en 2023 cuando participé la otra vez que hice tres segundos más. Acabé contento aunque acabase en el vigésimo puesto o por ahí.

XLVII Maratón de Madrid

En Sevilla 2020, poco antes de la pandemia, acabé mi 29º maratón y desde entonces estaba tratando de acabar el trigésimo para abandonar de una vez por todas esta distancia y pensé que la Maratón de Madrid de 2025 podía ser ese trigésimo. Lo pensé un poco tarde porque cuando fui a inscribirme, para hacerme un regalo de Reyes, tuve que soltar 102,42 € que me pareció una auténtica burrada.

El viernes por la mañana me pasé por IFEMA a recoger el dorsal. Tuve que recorrer unos cuantos kilómetros desde el aparcamiento al pabellón donde repartían los dorsales, ya que estaba todo muy mal indicado. Después de hacer unas cuantas colas recogí el dorsal, la camiseta, una bolsa para el ropero y no sé cuántos botes de no sé qué bebidas . Traté de hacerlo lo más rápido posible para irme de allí cuanto antes, ya que no me gustan nada estas «ferias del corredor». Eché de manos un atajo tipo Ikea para no tener que pasar por todos los stands, pero me los tuve que recorrer todos cargado como un burro con tanto bote de bebida porque cogí mi dorsal y el de mi amigo y tocayo que viendo lo que era esto, le dije que se lo recogía. Al final me arrepentí porque las bolsas pesaban lo suyo y hacía mucho calor. Salí renegando de allí.

En la recogida del dorsal, sonriendo sólo por la foto

El día de la carrera había puesto el despertador a las seis y veinte pero me desperté a eso de las cuatro. Menos mal que me pude dormir al poco. De nuevo me desperté a las cinco y también me conseguí dormir. Al final me desperté cuando se encendió el móvil cinco minutos antes de la alarma. Me levanté, desayuné como un día normal y luego empecé a preparar todo lo de la carrera, aunque ya lo había dejado casi todo en la mesa del salón. Había quedado con mi tocayo a las siete y cuarto en la puerta de mi casa para irnos al metro y cuando bajé ya estaba allí. Fuimos andando hacia el metro y poco antes de llegar a la boca de metro nos encontramos con la compañera que iba a venir con nosotros. Con ella y algunos acompañantes fuimos en metro hasta Alonso Martínez. En esa estación, después de subir unos cuantos tramos de escaleras salimos al exterior y bajamos por Génova hasta Colón y subiendo por la Castellana llegamos al punto de encuentro donde no vi a nadie de los antiguos compañeros maratidianos. Me empecé a mover por allí y al rato me encontré con mis antiguos compañeros con los que tantas carreras compartí. Los saludé y nos juntamos ellos y nosotros y nos hicimos una bonita foto.

Con los antiguos compañeros de MaraTI+D y los actuales compañeros del Club Atletismo Zofío

Después de la foto nos dispersamos, dejamos la ropa en el guardarropa y fui trotando con los compañeros hacia el cajón cinco. Entramos y nos pareció que estaba bastante vacío, pero no es que estuviera vacío es que estaba todo el mundo en la parte delantera del cajón porque luego tardamos lo suyo en pasar la línea de salida.

Dieron la salida de nuestro cajón a las 9:15 y tardamos tres minutos en pasar la línea de salida. Uno de los compañeros enseguida puso pies en polvorosa y nosotros salimos a un ritmo tranquilo sabiendo que el comienzo es cuesta arriba. Como siempre, el primer kilómetro se me hizo eterno. Había mucha gente a nuestro alrededor por eso cuando se estrechaba un poco la calzada se formaba un buen atasco que impedía seguir con el ritmo que llevábamos. Tampoco ayudó a que la cosa fuera más despejada que hubiese un carril para el autobús una vez sobrepasamos Plaza Castilla y a la vuelta hacia esta plaza. Iba pensando qué tipo de organización era esta que metía a los autobuses junto a los corredores. El tapón se aclaró un poco cuando comenzamos a bajar Bravo Murillo donde ya aumentamos un poco el ritmo, aunque mi tocayo nos decía que no nos emocionáramos mucho. Al llegar a Cuatro Caminos y bajar por Raimundo Fernández Villaverde se llega al puente sobre la Castellana donde también se estrecha el camino, pero se compensa con la cantidad de gente que hay animando. Al pasar este puente nos encontramos con el primer túnel. Otras veces hemos pasado por arriba, por la plaza de la República Argentina, pero esta vez nos metieron por el túnel, cosa que no me gusta por dos motivos: el primero porque en todos los túneles hay que subir una cuesta y segundo porque al GPS se le va un poco la pinza. La carrera sigue por Francisco Silvela hasta Manuel Becerra habiendo atravesado un par de túneles más. A eso tengo que añadir que a la altura de Diego de León se me desabrochó la zapatilla, lo cual me fastidió bastante porque había hecho doble nudo, debe ser que los cordones son muy suaves. Dije a mis compañeros que no me esperaran, que siguieran a su ritmo, que ya les alcanzaba, pero algo debieron aflojar porque enseguida los cogí.

Iba observando que había mucha gente con camiseta azul de la media y mucha gente que no llevaba esa camiseta y que también sería de la media y estaba deseando que llegáramos a Sol y que se fueran ellos por otro camino y nos dejaran tranquilos al resto. También me di cuenta que las tallas eran pequeñas, no sólo era a mí al que le pasaba, porque mucha gente iba embutida en su camiseta. Tengo camisetas tallas M de Adidas que me están grandes y la de este año me está pequeña. Incomprensible. En Manuel Becerra cogimos Doctor Esquerdo hasta O’Donell donde cogimos esa calle, por la que he pasado en coche multitud de veces, y nunca me había fijado que era cuesta arriba hasta que pasé hoy corriendo, pero bueno, tampoco es de una pendiente exagerada. Por O’Donell se llega al Retiro y se callejea un poco por el barrio de Salamanca para cruzar al otro lado de la Castellana por el puente de Rubén Darío. Cruzamos por el puente y un poco más delante, por el kilómetro 18, pasamos por la calle Carranza y allí estuve mirando por si veía a mi hermana como hace dos años, pero no la vi. Embocamos San Bernardo hasta Gran Vía y nos lanzamos por la calle Preciados hasta Sol. Allí se fueron los de la media y seguimos los demás. Pensaba que nos íbamos a quedar más solos, pero seguimos bastante gente el vía crucis, pero más holgados desde luego. Estábamos cerca del kilómetro veinte y los últimos se habían pasado casi sin querer. Llegamos al Palacio Real y poco después atravesamos la media maratón, pero como el GPS de mi reloj ya iba un poco desajustado no vi bien cuando pasamos la media, pero había calculado el día antes que teníamos que pasar en 1h48 y por ahí andaría la cosa. Cruzamos Plaza España, subimos Princesa, que tiene su tela, y bajamos por Marqués de Urquijo. Yo iba algo temeroso al llegar a ese punto porque la vez anterior fue allí donde había empezado a subirme los dolores que ya llevaba y que me hicieron retirarme un poco más allá, pero esta vez lo pasé sin problemas. Bajamos esa calle, el Paseo de Camoens y llegamos al Puente de los Franceses, todo cuesta abajo y allí se me fueron un poco, pero más por bajar yo el ritmo que porque ellos tiraran; sin embargo en la Avenida de Valladolid cambiaron las tornas porque allí fue mi tocayo el que se fue quedando y ya no levantó cabeza. Pasamos esa larga avenida de dos kilómetros, bajamos al Puente del Rey y allí estaba tenía un «club de fans» animando, lo que me dio mucha energía para afrontar el pulmón verde de la ciudad.

El tránsito por la Casa de Campo no fue bueno para mi tocayo que se iba quedando metro a metro. Subimos hasta casi el zoo y bajamos buscando el metro de Lago con esa imponente subida. Antes había ido unos kilómetros hablando con un argentino que dijo llamarse Matías, que tampoco iba muy fino del todo, pero algo mejor que mi compañero. Yo iba continuamente mirando hacia atrás porque en cuanto me descuidaba se quedaba el compañero que en ese tramo iba con la otra compañera; sin embargo ella poco a poco se fue marchando y yo decidí quedarme con mi tocayo. Después de haber hecho con él un montón de entrenamientos no le iba a dejar tirado. La subida a Marqués de Monistrol también es dura y también le tuve que esperar. Al coronar esa calle estaba de nuevo mi «club de fans» animando a tope. Tiramos por el Paseo de la Ermita del Santo hasta el Puente de San Isidro desde donde antes se divisaba el Vicente Calderón. Casi me dieron ganas de llorar al no ver tan bonito estadio.

Por Paseo de Melancólicos me preguntó el compañero si la compañera se había quedado atrás, pero le dije que no, que había tirado hacia delante como no podía ser de otra manera. Volvimos por Virgen del Puerto hasta la calle Segovia y antes de llegar ya iba diciendo el compañero que lo iba a subir andando porque ya estaban los gemelos protestando. Y eso fue lo que hicimos, subimos un tramo andando y nos pusimos de nuevo a correr al coronar, en Ronda Segovia. Curiosamente el Paseo Imperial, aunque es cuesta arriba no lo pasamos mal. Mi compañero iba pensando en su familia, que quizás estuvieran en Embajadores y eso le motivaba. Yendo por el Paseo de las Acacias se veía a lo lejos una ambulancia y me preguntó si eso era Embajadores y le dije que sí sin tener la certeza de que lo fuese, sólo para que no desfalleciera. Fue por allí cuando nos encontramos con otro compañero, que no había participado, pero que se había acercado para hacer los últimos kilómetros con nosotros. Nos dijo que la compañera había pasado no hacía mucho. Nos acompañó y no se le ocurrió otra cosa que echar agua encima de mi tocayo. Este se lo recriminó, pero dijo que había que bajar la temperatura del cuerpo, pero a mi tocayo, igual que a mí, no le gusta que le caiga agua en la camiseta. Se tuvo que parar porque el gemelo se le subía y estiró un poco. Enseguida llegamos a Atocha donde supuestamente estaba mi hermana y mi sobrino, pero no los vimos. Seguimos un poco más y a la altura del Museo del Prado nos encontramos con toda la familia del compañero. Nos paramos, estuvo saludando a todos e incluso posamos para una foto donde estaba toda su familia… y yo. Volvimos a arrancar, ya quedaba poco más de un kilómetro y de nuevo se paró Miguel por su gemelo. A este hombre los calambres le matan en la maratón. De nuevo le esperé, nos pusimos en marcha de nuevo y ya conseguimos llegar a la meta con un tiempo oficial de 3:54:26. Al traspasar la línea nos abrazamos los dos muy emocionados. Después de unas lagrimitas seguimos avanzando y nos encontramos con la compañera, más fresca que una lechuga. Más adelante estaba el otro compañero, el que salió a toda pastilla en el kilómetro cero, tirado en el suelo hecho un trapo, muy cansado, diciendo que había pegado un petardazo brutal. Cogimos nuestra medalla, luego un plátano y una bolsa con agua, isotónico y algún producto más de Alcampo.

Felices con nuestras medallas

Al final contento con el resultado aunque el tiempo no haya sido muy allá, pero llega un momento en la vida en que da igual hacer tres horas y media que cuatro, lo importante es disfrutar de correr y yo lo disfruté, aunque con la espinita de ver sufrir a mi compañero con sus calambres. En 1987 hice mi primera maratón y fue en Madrid y en 2025 he hecho mi trigésima maratón. La idea es que sea la última, ¿pero será realmente la última?

XXV Media maratón de Getafe

Parece que sólo corro la media de Getafe cuando se celebra el 26 de enero porque la vez anterior en la que participé, en el año 2020, también fue un 26 y la anterior a esa, que fue en 2014, también fue ese día. ¿Coincidencia? Tendré que esperar a 2031 para volver a participar un 26.

No tenía pensado correr esta prueba porque me parece que se pasan tres pueblos con el precio de la inscripción, pero en el mes de diciembre pensé que 2025 podía ser un buen año para tratar de asaltar mi trigésima maratón y dejar de una vez por todas esta distancia. Como no podía ser de otra forma, la última maratón debería ser la misma que la primera, que no es otra que la maratón de Madrid. Por ello pensé que Getafe podría ser un buen test para ver cómo iban los entrenamientos de cara a ese 27 de abril. Así, el 28 de diciembre, hice la inscripción a esta carrera por la que solté 32,24 € entre pitos y flautas. Desde luego, ninguna broma.

Un compañero del Club Atletismo Zofío, que quiere debutar en maratón, se animó a participar en esta prueba y vine con él el viernes a recoger los dorsales. Esta vez la recogida fue en el pabellón Felipe Reyes, edificio situado al lado de la pista de atletismo donde acaba la carrera. La recogida de los dorsales fue bastante rápida, quizás porque era temprano y un día laborable.

El domingo vine con el compañero y llegamos a las inmediaciones de la zona de salida buscando aparcamiento, pero aunque faltaba una hora para el comienzo no encontrábamos sitio por ningún lado y de hecho la gente estaba aparcando el coche encima de la acera. Nosotros decidimos acercarnos al aparcamiento del campo de fútbol del Getafe y allí pudimos aparcar sin problemas. Fuimos andando hacia el arco de salida y allí me dejó el amigo sus pertenencias y él se fue a calentar y yo a dejar su mochila y la mía. Estando en la cola estuve buscando desesperadamente no a Susan, sino la parte del dorsal troquelada que había que cortar para ponerla en la mochila y no sé dónde la pude meter. Menos mal que la organización tenía previsto que esto podía pasar y me pusieron una cinta fosforita con el número de mi dorsal y pude dejar las pertenencias. Un diez para la organización, que me pareció sobresaliente en todos los aspectos.

Me confundí al hacer la inscripción y puse que quería bajar de 1h30 cuando mi objetivo era hacer 1h35 o 1h36, pero eso hizo que estuviera en el mismo corral que mi compañero porque él quería bajar de 1h25. Sabía que no era buena idea porque me iban a adelantar montones de corredores más rápidos, pero al menos pude estar departiendo tranquilamente con el compañero esperando el comienzo de la carrera.

Unos minutillos más tarde de las diez y media dieron la salida y mi compañero salió lanzado y yo me fui quedando atrás como estaba previsto. Él tenía pensado ir un poco por debajo de cuatro y yo me conformaba con ir a 4:35. Es decir, más de medio minuto por kilómetro lo que podría significar que podría sacarme más de once minutos si él seguía su ritmo y yo al mío.

El primer kilómetro es favorable y vi que mi cronómetro marcó 4:24 lo cual me pareció bien porque entre que el terreno es ligeramente descendente y que te dejas llevar por gente más rápida, se ganan segundos sin querer. De repente oí mi nombre, volví la cabeza y vi a Javi, amigo de Antonio, que enseguida se puso a mi lado. En esos momentos la vela de 1h35 iba unos metros por delante de nosotros. Me preguntó qué quería hacer y yo dije que 1h36 y me dijo que le parecía bien porque dijo estar haciendo un entrenamiento de calidad para la maratón de Castellón y ese ritmo le parecía adecuado. El segundo kilómetro lo hicimos a 4:31 y el tercero al mismo ritmo, pero me veía un poco forzado, así que le dije que mejor se fuera para delante, que prefería ir un poco más tranquilo.

En el barrio de Los Molinos, donde se hacen unos cuantos kilómetros yendo y viniendo por calles paralelas, en una de ellas, cuando llevaba 5,8 kilómetros vi a mi compañero en la otra calle, pero estaba algo lejos y no le dije nada. Cuando llegué al punto donde estaba él vi que había recorrido un kilómetro por lo que pensé que ya me sacaba cuatro minutos y medio y llevábamos sólo un tercio de carrera. En el punto kilométrico siete, en ese primer tercio, un poco después de que mi GPS indicase el siete, miré el crono y llevaba 31:56 por lo que llevaba unos segundos menos de los 32 minutos que tenía pensado hacer en cada uno de los tres tercios en que había mentalmente dividido la carrera.

He de decir que no iba clavando el ritmo, en algunos kilómetros se me iban unos segundos por arriba y en otros los recuperaba y eso que el terreno es bastante llano en la mayoría del recorrido. Estuve bastante tiempo junto a un corredor veterano, que debía ser más o menos de mi edad, pero llegó un momento en que empecé a notar su respiración un tanto agitada y al final se quedó. Sobre el kilómetro doce tuve conciencia de que las piernas ya no iban tan frescas como al comienzo, empezaban a notarse los kilómetros recorridos. En el punto kilométrico catorce, en el segundo tercio, de nuevo miré el crono y vi que llevaba unos segundillos menos de los 64 minutos, por lo que el plan seguía cumpliéndose a la perfección.

Optimista de mí, como no me veía mal, aunque las piernas iban algo cansadas, pensé que podría aumentar un poco el ritmo. Y prometo que lo intenté, pero el kilómetro quince me salió a 4:39 y el dieciséis a 4:42. No entendía nada, había aumentado mi nivel de esfuerzo ¡¡¡pero iba más despacio!!! Quizás el terreno era ligeramente ascendente y no lo apreciaba mi vista aunque sí mis piernas; sin embargo el siguiente sí parecía favorable y ahí gané los segundos perdidos de los dos anteriores. Pasado el diecisiete se hace un giro de casi ciento ochenta grados y se llega a la calle Toledo que es el tramo más desagradable para mi gusto porque el piso son adoquines y martillea mucho los pies cuando ya van un tanto doloridos después de tantos kilómetros. Después de la calle Toledo viene la calle Madrid y siguen los adoquines, pero al menos en esa zona hay más animación; sin embargo, fue pasar el kilómetro dieciocho y me vino un bajón. Desde más o menos la mitad de la carrera había ido adelantando gente y llevaba unos kilómetros detrás de un corredor que se protegía la cabeza con una braga y que me servía de referencia. Pero al flojear un poco mi ritmo se fue yendo poco a poco y empezaron a adelantarme algunos corredores. Traté de mantener la postura y no obsesionarme con los que me iban adelantando porque sabía que si llegaba al veinte luego era todo favorable. Menos mal que no me duró mucho la flojera porque a partir del diecinueve, parece que me recuperé un tanto ya que hice ese kilómetro en 4:32 y la meta estaba cada vez más cerca. En esa zona el compañero Emilio, que no participó, pero estaba animando y haciendo fotos me sacó una instantánea donde salí

Sobre el kilómetro 19 dándolo todo

El siguiente kilómetro conseguí mantener más o menos el ritmo y miré el tiempo que llevaba. Marcaba el crono 1:31:16 y pensé que tenía que hacer un kilómetro y cien metros en cinco minutos o poco más, cosa que me pareció factible sabiendo que el último kilómetro es casi todo favorable. Bajando por la Avenida don Juan de Borbón, dejando a la izquierda el polideportivo, apreté todo lo que pude consiguiendo hacer ese kilómetro tan rápido como el primero, aunque el corto tramo desde que se entra al recinto del polideportivo hasta que se llega a la salida del cien, ya en la pista, se me hizo durillo al ser ligeramente cuesta arriba. También se me hicieron largos los últimos cien metros porque veía un arco, pero no era el de llegada, que estaba más al fondo. Paré el crono y mi reloj marcó 1:36:34 aunque la organización, generosos ellos, me da dos segundos menos, por lo que el tiempo oficial es de 1:36:32 a un ritmo de 4:35 que es justo lo que tenía pensado hacer. Me salió redonda la jugada.

Cogí una botella de agua, un bote de Aquarius y una manzana y con ese botín fue al ropero donde cogí la mochila. Me encontré con el compañero que estaba más contento que unas castañuelas porque en su debut en la media maratón había conseguido, según su reloj, un tiempo de 1:22:00 aunque el tiempo oficial es de 1:21:57 que es un magnífico tiempo para ser su primera media. Más aún cuando la carrera más larga que había hecho era de sólo cinco kilómetros y medio. Además dijo que había llegado muy bien, que aún le quedaban fuerzas. Nos hicimos un selfie para tener un recuerdo de tan emotiva carrera.

Selfie de llegada, muy contentos los dos

XVII Carrera de Reyes de Yuncler

La carrera daba comienzo a las diez por lo que habíamos hablado de quedar todos los compañeros del Club Atletismo Zofío en el punto de encuentro a las ocho y media, pero esta vez, sin que sirva de precedente no nos pusimos de acuerdo y no quedamos en el punto de encuentro. Recogimos a Juanqui a las ocho menos cuarto y pusimos rumbo a Yuncler.

Tuvimos suerte de aparcar muy cerca de la plaza donde está instalada toda la parafernalia de la carrera. Recogimos nuestros dorsales y también el del compañero que llegó algo más tarde. Estuvimos charlando un rato, dejamos la ropa de los compañeros en nuestro coche, ya que estaba cerca de la salida y estuvimos un rato calentando. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto antes de la carrera.

Los compañeros del Club Atletismo Zofío con algún añadido en Yuncler

A las diez en punto dieron la salida y pronto me di cuenta que iba demasiado deprisa, así que traté de calmar un poco mis ánimos ya que mi objetivo era hacer la carrera a una media de 4:20 e iba más deprisa. Había pensado esa media porque las carreras de poco más de cinco kilómetros las había hecho a 4:15 o 4:16 y ésta al ser de ocho, pues un poquito más.

Porque iba un poco acelerado y porque quería subir la cuesta de la calle Greco sin demasiados agobios, aflojé un poco el ritmo. El primer kilómetro está en la calle Ronda, en una bajadita. Allí marcó mi cronómetro 4:18 que lo di por bueno ya que incluso con la subida iba más rápido de lo previsto. El segundo kilómetro incluye una subidita hasta la iglesia y luego una recta larga y que pica ligeramente para arriba. En ese hice 4:21 y pensé que ese era el ritmo que debía llevar, aunque no iba precisamente cómodo. El tercer kilómetro está en el camino de Recas después de pasar una zona de chalets situados en calles con nombre de Río. En este tercer kilómetro hay que hacer unos cuantos giros de noventa grados pero una vez dejados atrás los chalets, por el camino de Recas parece que la carretera es ligeramente favorable. Marcó mi crono un tiempo de 4:13 que me sorprendió porque pensé había perdido más tiempo con tanto giro.

El cuarto kilómetro es el más favorable porque es todo el rato en ligero descenso y lleva hasta un poco más allá de donde está el arco de meta, ya que la carrera es un poco más corta de los ocho kilómetros anunciados. Hice esa primera vuelta en 16:33 y pensé que si se me daba bien, podría bajar de 33 minutos, lo cual sería un tiempo magnífico para mí. Poco después llegó el punto kilométrico cuatro donde el crono marcó 4:10. Vaya, no iba nada mal… Hasta que llegó la cuesta de la calle Greco, ya en la segunda vuelta, que noté que las piernas ya no iban tan alegres. En la bajada por la calle Ronda llegué al quinto kilómetro y ahí se me fue a 4:21. Donde peor se me dio fue en el sexto kilómetro, que incluye la subida a la iglesia y esa interminable recta con un ligerísima pendiente ascendente. Parecía que no iba a llegar nunca a la glorieta donde se hace un giro de noventa grados. Ese sexto kilómetro se me fue a 4:28 y tuve que pensar aquello de «quien dijo que esto iba a ser fácil» para no flaquear en demasía. El tránsito por la zona de chalets y el camino de Recas no se me dio mal habiendo tenido ese bache en el kilómetro anterior y lo hice en 4:13 y muy animado porque veía que lo más complicado se había acabado. Apreté todo lo que pude y noté que las piernas no estaban tan mal como pensaba haciendo esos últimos ochocientos metros a un ritmo de 4:01, el parcial más rápido de toda la prueba. Llegué a meta según mi cronómetro con un tiempo de 33:31 tiempo que coincide con el oficial. No pude bajar de 33 minutos, pero acabé la mar de contento porque hice cincuenta segundos menos que el año pasado y soy un año más viejo. Y hablando de viejo, me correspondió llevar el dorsal 59 que son los años que cumpliré en poco más de un mes. Todo un detalle por parte de la organización 😉

Después de la carrera comimos migas con huevos fritos y comprobamos que ninguno había pillado pódium. Bueno, la verdad es que es sólo la fémina del grupo tenía posibilidades, ya que ha subido en esta carrera varias veces, pero esta vez no hubo suerte. Nos pusimos ropa de abrigo y esperamos al sorteo, que iban alternando para que no se hiciera tan larga la espera. Subían al pódium un par de categorías y sorteaban un par de cosas. Luego subían al pódium otras dos o tres categorías y otro sorteo y así hasta que se acabaron todos los premios. Cuando ya nos íbamos dijeron que aún quedaban unas «velas» y sacaron el número 123 que era el número del dorsal de la compañera, así que no subió al cajón pero se llevó un salchichón. Bonita rima. Ya con el salchichón en la buchaca nos volvimos a los madriles para prepararnos para la llegada de los Reyes.

¡Nos tocó algo en el sorteo!

XLIII San Silvestre vicalvareña

Sobre las diez estábamos en el punto de encuentro, allí nos esperaban los dos Emilios con sus vehículos y el resto de los compañeros del Club Atletismo Zofío. Nos montamos en los coches y en un cuarto de hora estábamos en Vicálvaro. Habían cortado todas las calles entre la calle Villablanca y la calle del polideportivo, así que tuvimos que dar una buena vuelta para encontrar aparcamiento y encima lo dejamos lejos del poli. Fuimos andando para allá y llegamos casi a las once, cuando se suponía que dejaban de dar dorsales; sin embargo había allí mucha gente aún para recoger el suyo.

Tuve suerte porque la cola para recoger el mío era muy corta y enseguida lo conseguí, aunque a los demás compañeros les costó algo más. Estando esperando saludé a Manolo al que hacía tiempo que no veía. También saludé al resto de su familia que andaba por allí. Me contó que se cayó con la bici y se rompió la cadera, pero que fue una fractura limpia y se ha recuperado bien. De hecho ya completó la maratón de Sídney hace unas semanas, o sea, que la recuperación ha sido perfecta. Mientras hablaba con ellos pasó por allí Carlos al que también saludé como todos los años, el tío no falla ni una San Silvestre de su barrio.

Dejamos la ropa en el ropero, que estaba muy bien organizado, y nos hicimos una foto de los compañeros del Club Atletismo Zofío con el Tío la vara que andaba por allí preparado para repartir varazos a diestro y siniestro a todos aquellos corredores que osaran recortar las esquinas.

El Club Atletismo Zofío con el Tío la vara

Después de la foto fui al servicio y me tocó hacer una buena cola y donde me encontré con una mala noticia y es que no había agua caliente en las duchas. De hecho lo comprobé y no había ni caliente ni fría. Encontré a los compañeros calentando por la calle del poli, subiendo y bajando. Aunque me encontraba mejor del constipado, estuve con una camiseta de manga larga hasta que quedaban pocos minuto cuando me la até a la cintura. La braga que llevaba en el cuello me la dejé puesta aunque pensé que si me molestaba también podía llegar a quitármela y llevarla en la muñeca. Eso sí, aunque estaba mejor del constipado, las costillas me seguían doliendo.

Dieron la salida puntualmente a las 11:45 y nos pusimos en marcha cuesta abajo. Tenía pensado hacer la carrera a 4:30 pero como el primer kilómetro es favorable me salió algo más deprisa, a 4:19. Poco después de ese primer kilómetro me adelantó mi sobrino al que estuve buscando en la salida y no encontré. Le di ánimos y me adelantó con facilidad. Iba mirando para atrás y mi compañero y tocayo seguía a tres o cuatro metros. La subida por la calle Villablanca se hace dura porque aunque no tiene mucha pendiente es todo el rato picando hacia arriba y es larga ya que es algo más de un kilómetro. Ese segundo kilómetro se fue a 4:37 y pensé que así se compensaba con el primero.

El tercer kilómetro es más o menos llano, pero también pica hacia arriba. Ahí hice 4:38 y la compensación con ese primer kilómetro se iba perdiendo. En todos estos kilómetros iba mirando para atrás de vez en cuando y mi tocayo seguía detrás de mí no muy lejos. El cuarto kilómetro que transcurre casi en su totalidad por Valdebernardo siempre me ha parecido favorable aunque los números indican que ni sube ni baja. Ahí conseguí recuperar unos segundillos porque lo hice en 4:24. El quinto kilómetro, saliendo de Valdebernardo, me parece cuesta arriba y de hecho según el Garmin baja y sube. Hice 4:27 y lo di por bueno por aquello de que me parecía cuesta arriba. Ahí me cogió mi tocayo y fuimos el resto de la carrera juntos codo con codo.

El sexto kilómetro es uno de los más llanos, incluso algo favorable y casi repetimos el tiempo del anterior, ya que hicimos 4:26. El séptimo kilómetro aunque acaba en una subida por la calle Minerva, casi todo el recorrido por San Cipriano es cuesta abajo y es la cuesta abajo más empinada de todo el circuito. Además en esa calle hay mucha animación. Entre lo uno y lo otro fue el segundo kilómetro más rápido ya que lo hicimos en 4:20.

Zumbando por la calle San Cipriano, foto cortesía de Emilio el incombustible

Ya sólo quedaba el último kilómetro, que es el más duro porque es cuesta arriba y ya llevas tralla en las piernas. Todo lo que se baja en la salida se sube en este tramo. Ahí me animé porque veía que iba recortando a un tipo con la camiseta del Rayo y aunque llevaba todo el camino que me dolían las costillas como si tuviera flato, ya no quedaba mucho; sin embargo fue tanto mi ánimo que cuando volví la cabeza se había quedado mi compañero bastante atrás y tuve que aflojar el ritmo para que llegase a mi altura. Entramos juntos en meta con un tiempo, según mi reloj, de 36:13, un par de segundos más que el tiempo neto que indica la organización.

Nada más traspasar la línea de meta me encontré con mi sobrino con el que estuve hablando y me comentó que le resultó más dura de lo que pensaba. Entre tanto fueron llegando el resto de compañeros. Fuimos al ropero a por la ropa, bajé al vestuario de siempre y de nuevo comprobé que no había agua por lo que tuve que subir al vestuario de la piscina y allí me pude duchar con un agua que a veces salía hirviendo. Cuando salí pude ver que la compañera había conseguido el tercer puesto de su categoría, por lo que esperamos un poco para verla subida en el cajón. Ha conseguido repetir puesto en las últimas tres carreras en las que ha participado. Una auténtica campeona que ha pasado un auténtico calvario a mitad de año y que poco a poco va recuperando su nivel.

Más contenta que unas castañuelas con su medallón

Y de este modo acabo el año 2024 como me gusta, corriendo.

¡Feliz Año Nuevo 2025!

XIII San Silvestre de Villaverde Alto

Poco antes de las diez estábamos en el punto de encuentro donde ya esperaban el resto de los compañeros. Tardamos poca cosa en llegar al parque de Plata y Castañar donde conseguimos, con un poco de suerte, aparcar en el Paseo de los Ferroviarios, no muy lejos de la zona de salida/meta donde ya nos esperaba allí un compañero del Club Atletismo Zofío con los dorsales y las camisetas. Pronto llegaron el resto de compañeros y repartió lo que tenía.

El Club Atletismo Zofío bien representado en la San Silvestre de Villaverde Alto

El día de Nochebuena, después de la carrera del mazapán, me caí en la ducha dándome un fuerte golpe en las costillas. La cosa se había complicado con un constipado con el que me obsequió mi hermana mayor el día de Navidad, así que me presenté a esta carrera hecho un cromo y no sabía qué podía salir. Calenté con el compañero más joven una vuelta pequeña y una vuelta grande para que conociera el circuito, ya que era la primera vez que venía a Villaverde. Al terminar nos vestimos de corredor dejando la ropa de abrigo, llevamos la ropa al ropero y nos dirigimos a la línea de salida. Este año había más gente que nunca, los trescientos dorsales que pusieron a la venta se acabaron en pocos días y se veía multitud de gente en una mañana soleada pero fresca.

Dieron la salida algo más tarde de la hora establecida, que eran las once de la mañana. Salí deprisa, pero enseguida vi que no iba nada cómodo con las costillas, aún así iba traté de hacerlo lo mejor posible. Cuando llevaba medio kilómetro o cosa así pude ver al compañero más joven que iba en cuarta posición. Pasé el primer kilómetro a 4:04 y me pareció algo rápido, había adelantado a Miguel y no sabía si se había quedado poco o mucho.

Fui yendo todo lo rápido que me dejaban las costillas y el constipado y pasé el segundo kilómetro en 4:16 lo que me pareció un buen tiempo teniendo en cuenta que buena parte era la cuesta arriba paralela a Standard Eléctica, lo que luego fue Alcatel. Es una subida de poca pendiente, pero subida al fin y al cabo. El tercer kilómetro, ya favorable lo hice en 4:22 y vi que no podía ir más deprisa por más que lo intentaba. En el cuarto kilómetro, más o menos llano, tampoco pude aumentar la velocidad e hice un tiempo parecido, que fue 4:21. Poco antes en el giro de ciento ochenta grados además de ver a nuestra fotógrafa particular haciendo fotos vi que Miguel no venía muy atrás, así que decidí aflojar un poco para que me cogiera y entráramos juntos. Y así ocurrió, faltando unos 400 metros me alcanzó y entramos de la mano en meta. Ese último kilómetro lo hice en 4:38, el más flojo de todos, cosa obvia. Llegué a meta con un tiempo de 21:29 que estando como estaba, me puedo dar con un canto en los dientes.

El más joven del equipo al final consiguió mantener la cuarta posición de la general y estaba muy contento porque había hecho un tiempo oficial de 16:55 haciendo su mejor marca en 5 km. Lo malo es que su reloj no marcaba cinco kilómetros, ni tampoco el mío, así que algún metro faltaba, de todos modos no eran muchos. Aún así, extrapolando, la marca en cinco kilómetros serían unos 17:08 como mucho, mejor marca de todos modos en esa distancia. La única fémina del equipo llegó con un tiempo oficial de 24:11 algo triste porque decía que había sido adelantada por la tercera en el último kilómetro.

Mirando las clasificaciones en la web nos llevamos una agradable sorpresa, doble en este caso, porque el más joven aunque cuarto de la carrera fue tercero en su categoría, igual que la fémina, así que los dos subieron al cajón. Yo fui séptimo de mi categoría y Miguel, octavo. Así que mal no estuvo. Estuvimos esperando la entrega de trofeos y luego el sorteo, en el que no hubo suerte. Acabamos en el bar Mezquita tomando algo y celebrando la pronta llegada del año 2025.

Representante del Club Atletismo Zofío en el tercer escalón del cajón
También en el tercer escalón del cajón una representante del Club Atletismo Zofío

Mi más sincera enhorabuena a la Asociación Vecinal La Incolora por sacar adelante esta carrera que cada año que pasa está mejor. Se nota el cariño que ponen para que todo salga bien.

XX Carrera del mazapán (Polán)

Dado que iba a pasar la Nochebuena en un pueblo de Toledo se me ocurrió pasarme por Polán a participar en su carrera navideña. Convencí a una compañera y a un compañero del Club Atletismo Zofío para participar en esta carrera. Así, comí pronto y poca cosa y me acosté con la idea de dormir unos minutillos.

Como la carrera comenzaba a las cinco de la tarde, mi idea era salir a las tres y cuarto de Madrid, pero entre unas cosas y otras cuando nos pusimos en marcha eran mas de las tres y media y llegamos allí un pelín antes de las cuatro y media, así que tuvimos poco tiempo para recoger el dorsal y calentar.

El Club Atletismo Zofío en la Carrera del mazapán en Polán

A las cinco dieron la salida y salí a tope. Me conformaba, como en Alcaudete, a correr a un ritmo de 4:15 ya que esta carrera es un poco más dura que la otra, aunque tampoco mucho. Es una carrera a la que hay que dar dos vueltas idénticas totalizando cinco kilómetros y medio. La carrera sale de la plaza del ayuntamiento para alcanzar la CM-401a, ir dirección Navahermosa para abandonar esta carretera y dar un rodeo por calles con nombre de ríos, para volver de nuevo a la carretera también dirección Navahermosa, vuelta de ciento ochenta grados para ir dirección Toledo, otro giro de ciento ochenta grados y vuelta hacia la plaza cruzando por un bar que estaba lleno de gente joven a «sus cosas», pero que también animaban a los corredores. Se notaba que yendo hacia Toledo la carretera era cuesta arriba y allí se iban segundos que trataba de recuperar yendo en la otra dirección. Al final llegué a meta con un tiempo de 23:29 en los aproximadamente 5,5 kilómetros a un ritmo de 4:16 min/km según mi reloj, lo que me sirvió para acabar en la posición 59 siendo undécimo de mi categoría. El compañero fue el decimoquinto de la carrera y de su categoría fue también undécimo. La compañera llegó cuarta de su categoría algo decepcionada, pero una corredora le dijo que a lo mejor pillaba premio porque no eran acumulables y había una chica entre 50 y 60 años que corría lo suyo y quizás podía ser una de las tres primeras clasificadas.

Fuimos al coche a abrigarnos y volvimos a la plaza por si se cumplía lo que había dicho la chica con la que había hablado la compañera. Estábamos en la plaza sin saber muy bien si había premio o no y esperando el turno, ya que habían empezado por los niños, luego la clasificación absoluta, luego los seniors, luego los veteranos A y por fin los veteranos B donde llamaron a la compañera para que ocupara el tercer sitio del cajón. Así que se puso más contenta que unas castañuelas. Este año no fueron muy generosos y le dieron unas pocas figuras de mazapán y un bonito trofeo.

XXII Carrera popular villa de Alcaudete

Nos acercamos tres compañeros del Club Atletismo Zofío hasta Alcaudete de la Jara, pueblo situado a 140 kilómetros de Madrid. Puede resultar un poco raro que hayamos recorridos tantos kilómetros para participar en una carrera de poco más de cinco kilómetros, pero la razón principal es que Alcaudete se encuentra cerca de mi pueblo, que no es otro que Los Navalmorales, y sentía la necesidad de acercarme al pueblo donde pasé mis primeros años de vida.

El hecho de que la carrera se celebre el 6 de diciembre, fiesta nacional y comienzo de puente laboral hizo que encontráramos muchos coches en la A-5 dirección Talavera de la Reina. Poco antes de llegar a la segunda ciudad más poblada de Toledo abandonamos la autovía para llegar a la antigua nacional. Desde allí se podían ver las barrancas junto al río Tajo, paisaje que me recordaba, salvando las distancias, a las Barrancas de Burujón. El paisaje era espectacular ya que estaban semicubiertas por una niebla baja que lo hacía más llamativo aún.

Se medio circunvala Talavera para llegar al descomunal Puente de Castilla-La Mancha, el puente más alto de España y segundo de Europa. Obra totalmente infrautilizada porque formaba parte de una circunvalación que nunca llegó a realizarse. Pasando el puente se llega a la N-502 y algunos kilómetros más allá se encuentra Alcaudete de la Jara, localidad natal de Pablo Garnica Mansi, el que fue presidente del Banco Español de Crédito (Banesto), entidad donde trabajó mi padre treinta y cinco años.

Entre que salimos algo más tarde de lo previsto, que había muchos coches y que no está al lado de casa hizo que llegáramos a las diez y media, con sólo media hora para recoger el dorsal, soltar lastre y calentar. Con tan poco tiempo, el calentamiento fue escaso.

Pocos minutos antes de las once nos pusimos detrás del arco de salida. Me llamó la atención porque había bastante gente y la calle nos es que fuera muy ancha y encima en los primeros metros había que hacer un curioso eslalon porque estaban muy seguidas la salida, una curva de noventa grados a la izquierda y otra curva también de noventa grados a la derecha.

La carrera son dos vueltas a un circuito de 2,7 kilómetros aproximadamente, bastante llano en su totalidad con sólo 12 metros de desnivel. Se puede considerar un circuito rápido porque es llano y aunque hay algunas curvas de noventa grados e incluso alguna más cerrada, hay rectas largas donde se puede mantener un buen ritmo durante bastantes metros.

Salí con la idea de llevar un ritmo de 4:15 y después del eslalon inicial, una recta de aproximadamente medio kilómetro y un par de curvas de noventa grados llegamos al primer kilómetro. Miré el cronómetro y marcaba 4:13 por lo que me pareció que iba por el camino correcto. Del primer kilómetro al segundo hay una recta de 700 metros y terreno favorable, así que conseguí mi parcial más rápido con 4:11. El tercer kilómetro es el más complicado porque comienza con un cambio de sentido con una curva muy cerrada y lo que había sido favorable en el kilómetro anterior en este parcial es ligeramente cuesta arriba. Se pasa por el arco de salida, se hace el eslalon del comienzo y a mitad de la recta de medio kilómetro se pasa por el punto kilométrico tres donde mi cronómetro marcó 4:20, se me fue un poco de lo previsto pero lo di por bueno porque pensaba que podía recuperar esos segundillos perdidos. El cuarto kilómetro es llanito, pero hay tres curvas de noventa grados que hacen que no se pueda desarrollar toda la velocidad. Hice en ese kilómetro 4:13, igual que en el primer kilómetro y veía posible el objetivo; sin embargo, el quinto kilómetro, aunque tiene la curva más cerrada, se recorre la recta de 700 metros y favorable y debería haber sido un parcial rápido, pero ya las piernas iban cansadas y se me fue a 4:19. Los últimos quinientos metros, aunque eran sólo ligeramente cuesta arriba se me fue el ritmo a 4:21 y ahí se me fue el segundo porque mi crono marcó un tiempo de 23:24 a una media de 4:16. Una pena, tenía que haber echado toda la carne en el asador en ese medio kilómetro pero de donde no hay no se puede sacar.

Lo mejor de todo es que en la clasificación aparece el ritmo que deseaba hacer, los 4:15 y es que el recorrido oficial es de 5,5 kilómetros y mi GPS marcó un pelín menos, de ahí el segundo.

El compañero más joven del club hizo un tiempo de 19:26 que sólo le sirvió para llegar en la posición 25ª lo que demuestra que había mucho nivel en la carrera. La compañera llegó con un tiempo de 27:01 siendo sexta de su categoría y muy contenta porque después de estar varios meses lesionada va poco a poco mejorando y aún tiene mucho margen.

Carrera túneles de la M-30

Me enteré veinte días antes que se iba a celebrar una carrera por los túneles de la M-30 para conmemorar el cincuentenario de la inauguración de la conocida autopista de circunvalación de Madrid. Me pareció una idea curiosa lo de correr por un sitio donde sólo se pasa en coche. Además como era gratuita y la salida no era lejos de casa, decidí apuntarme y unos cuantos compañeros y compañeras del Club Atletismo Zofío también se apuntaron.

Me desperté a eso de las siete. Me levanté, desayuné y a las ocho estábamos en Plaza Elíptica, donde nos esperaba Emilio 1, que había tenido el detallazo de recoger nuestros dorsales y camisetas. Allí, puntuales, nos juntamos los cuatro que habíamos quedado. Fuimos andando por Antonio Leyva hacia la Glorieta de Marqués de Vadillo y por el camino se nos unió la quinta componente del equipo.

Llegamos a la zona de salida y fuimos directamente al ropero porque pensábamos que si lo dejábamos para más tarde iba a haber mucha gente. Estaba muy bien organizado porque dejamos la ropa en cosa de segundos. Antes me encontré con José Antonio, antiguo compañero de MaraTI+D al que hacía años que no veía. Me comentó que había estado chungo de la rodilla, pero que últimamente parecía estar mejor. Le dije que habíamos quedado a menos cuarto en la puerta del cajón uno para hacernos unas fotos.

Con las compañeras del Club Atletismo Zofío y antiguos compañeros de MaraTI+D

En la puerta del cajón 1 nos hicimos varias fotos, unas con los compañeros del Club Atletismo Zofío y otras con los antiguos compañeros de MaraTI+D. Luego me metí con la compañera en el cajón 1 mientras los demás se iban al 2 o al 3. Estando en el cajón vi a Chema, otro compañero también de MaraTI+D y estuve un rato hablando con él. Dieron la salida, bajamos una cuesta de buena pendiente y nos metimos en los túneles donde por supuesto el GPS no funcionaba. Pensé que estarían los kilómetros señalizados, pero no lo estaban, así que no sabíamos bien la distancia que llevábamos recorrida ni lo que nos quedaba.

La compañera salió muy deprisa y me costó seguir su ritmo. Alcanzamos a un trío de corredores de Parque Sur y mientras ella se quedó con ellos yo tiré hacia adelante. Cuando llegamos a una puerta que nos sirvió para cambiar de túnel y de sentido de la marcha, me alcanzaron. Ahí cogí una botella, di un poco a la compañera y mientras trataba de encontrar un contenedor para echar e el envase se me fue un poco la compañera siguiendo la estela de los de Parque Sur y en ese tramo que era cuesta abajo la distancia fue aumentando metro a metro y ya no fui capaz de alcanzarlos. Los veía ahí no muy lejos y esperaba que el terreno fuese llano y no descendente, pero nada, no recortaba, no era capaz de mover las piernas más deprisa, me falta velocidad.

Hacía mucho calor en los túneles y la sensación no era nada agradable, pero así era para todos, no sirve de excusa. Los veía ahí mismo, aunque cuando nos juntamos con la gente que sólo iba a hacer seis kilómetros me costaba más trabajo verlos, pero estaban ahí, de vez en cuando sobresalía la camiseta verde de los corredores de Parque Sur. En un momento dado, después de pasar el desvío que indica Glorieta Marqués de Vadillo, se realiza un giro de ciento ochenta grados y ahí debían tener encendidos los ventiladores porque se notaba más fresco. Enseguida se llegaba a la rampa por donde habíamos entrado en los túneles y se hizo dura de narices, ya iba con la reserva encendida.

Pasé por la linea de meta, en el Puente de Toledo, con cuarenta y seis minutos y pico, lejos de bajar de cuarenta y cinco como me hubiese gustado, pero creo que eran más de diez kilómetros porque iba más deprisa que semanas antes en Butarque e hice más tiempo.

Saludé a los que me habían traído con la lengua fuera y me fui trotando al ropero después de haber recibido una bonita medalla, una botella de agua y un plátano. Cogí la ropa en un periquete y volví hacia la linea de llegada donde había quedado con los compañeros. Esperamos a que llegaran todos, comprobamos que nadie del equipo había conseguido trofeo y nos volvimos por donde habíamos venido hacia Plaza Elíptica.

Una carrera curiosa pero creo que no repetiría. De hecho, al tratarse del cincuentenario de la inauguración de la M-30, no creo que la vuelvan a hacer… ¿Quizás en el centenario?