Carrera túneles de la M-30

Me enteré veinte días antes que se iba a celebrar una carrera por los túneles de la M-30 para conmemorar el cincuentenario de la inauguración de la conocida autopista de circunvalación de Madrid. Me pareció una idea curiosa lo de correr por un sitio donde sólo se pasa en coche. Además como era gratuita y la salida no era lejos de casa, decidí apuntarme y unos cuantos compañeros y compañeras del Club Atletismo Zofío también se apuntaron.

Me desperté a eso de las siete. Me levanté, desayuné y a las ocho estábamos en Plaza Elíptica, donde nos esperaba Emilio 1, que había tenido el detallazo de recoger nuestros dorsales y camisetas. Allí, puntuales, nos juntamos los cuatro que habíamos quedado. Fuimos andando por Antonio Leyva hacia la Glorieta de Marqués de Vadillo y por el camino se nos unió la quinta componente del equipo.

Llegamos a la zona de salida y fuimos directamente al ropero porque pensábamos que si lo dejábamos para más tarde iba a haber mucha gente. Estaba muy bien organizado porque dejamos la ropa en cosa de segundos. Antes me encontré con José Antonio, antiguo compañero de MaraTI+D al que hacía años que no veía. Me comentó que había estado chungo de la rodilla, pero que últimamente parecía estar mejor. Le dije que habíamos quedado a menos cuarto en la puerta del cajón uno para hacernos unas fotos.

Con las compañeras del Club Atletismo Zofío y antiguos compañeros de MaraTI+D

En la puerta del cajón 1 nos hicimos varias fotos, unas con los compañeros del Club Atletismo Zofío y otras con los antiguos compañeros de MaraTI+D. Luego me metí con la compañera en el cajón 1 mientras los demás se iban al 2 o al 3. Estando en el cajón vi a Chema, otro compañero también de MaraTI+D y estuve un rato hablando con él. Dieron la salida, bajamos una cuesta de buena pendiente y nos metimos en los túneles donde por supuesto el GPS no funcionaba. Pensé que estarían los kilómetros señalizados, pero no lo estaban, así que no sabíamos bien la distancia que llevábamos recorrida ni lo que nos quedaba.

La compañera salió muy deprisa y me costó seguir su ritmo. Alcanzamos a un trío de corredores de Parque Sur y mientras ella se quedó con ellos yo tiré hacia adelante. Cuando llegamos a una puerta que nos sirvió para cambiar de túnel y de sentido de la marcha, me alcanzaron. Ahí cogí una botella, di un poco a la compañera y mientras trataba de encontrar un contenedor para echar e el envase se me fue un poco la compañera siguiendo la estela de los de Parque Sur y en ese tramo que era cuesta abajo la distancia fue aumentando metro a metro y ya no fui capaz de alcanzarlos. Los veía ahí no muy lejos y esperaba que el terreno fuese llano y no descendente, pero nada, no recortaba, no era capaz de mover las piernas más deprisa, me falta velocidad.

Hacía mucho calor en los túneles y la sensación no era nada agradable, pero así era para todos, no sirve de excusa. Los veía ahí mismo, aunque cuando nos juntamos con la gente que sólo iba a hacer seis kilómetros me costaba más trabajo verlos, pero estaban ahí, de vez en cuando sobresalía la camiseta verde de los corredores de Parque Sur. En un momento dado, después de pasar el desvío que indica Glorieta Marqués de Vadillo, se realiza un giro de ciento ochenta grados y ahí debían tener encendidos los ventiladores porque se notaba más fresco. Enseguida se llegaba a la rampa por donde habíamos entrado en los túneles y se hizo dura de narices, ya iba con la reserva encendida.

Pasé por la linea de meta, en el Puente de Toledo, con cuarenta y seis minutos y pico, lejos de bajar de cuarenta y cinco como me hubiese gustado, pero creo que eran más de diez kilómetros porque iba más deprisa que semanas antes en Butarque e hice más tiempo.

Saludé a los que me habían traído con la lengua fuera y me fui trotando al ropero después de haber recibido una bonita medalla, una botella de agua y un plátano. Cogí la ropa en un periquete y volví hacia la linea de llegada donde había quedado con los compañeros. Esperamos a que llegaran todos, comprobamos que nadie del equipo había conseguido trofeo y nos volvimos por donde habíamos venido hacia Plaza Elíptica.

Una carrera curiosa pero creo que no repetiría. De hecho, al tratarse del cincuentenario de la inauguración de la M-30, no creo que la vuelvan a hacer… ¿Quizás en el centenario?

LXV Trofeo Marathon de cross

Me desperté, miré el reloj, me hice un lío con lo del cambio de hora y me levanté pensando que era tarde y era todo lo contrario porque el reloj de la cocina marcaba las siete menos cuarto, ¡pero eran las seis menos cuarto! Ya no volví a la cama y desayuné.

Estuve haciendo tiempo porque la carrera comenzaba a las once y media y faltaba un mundo todavía. Estábamos las diez y cuarto en el punto de encuentro donde ya estaba Emilio 1. Como podíamos ir todos en un coche decidimos irnos todos con Emilio.

Dejó Emilio el coche en la Avenida de los Poblados, me bajé y me fui trotando hacia el circuito porque a las 10:40 corría mi sobrino y le quería ver y darle ánimos. Estuve un rato animando y hablando con mi hermana mientras su hijo corría. Cuando acabó fui a retirar el dorsal y al rato aparecieron los compañeros del Club Atletismo Zofío.

El Club Atletismo Zofío en el Trofeo Marathon de Cross

Entre dejar la ropa, hacer cola para orinar, saludar a David y charlar un rato con mi hermana, calentamos poco. Dieron la salida y como los primeros metros son favorables, salí deprisa junto a la compañera. Hicimos el primer kilómetro en 4:20 y pensé que a lo mejor podríamos mantener el ritmo, pero el segundo kilómetro de cada vuelta es más duro que el primero y ahí se perdían segundos. Acabando la primera vuelta dijeron a la compañera que iba segunda y la otra a 200 metros y eso nos hizo no bajar el ritmo. Al acabar la segunda vuelta nos dijeron que la tercera ya estaba lejos y no sé si fue por eso o porque yo ya iba cansado, pero iba pensando en que mi sobrino había tenido suerte de haber hecho sólo dos vueltas.

Saltando uno de los obstáculos con un extraño estilo

Llegamos a meta con un tiempo según mi cronómetro de 27:11. Según mi reloj hice una media de 4:28, algo más rápido que en Butarque que me salió a 4:31, pero claro, aquí son menos kilómetros por lo que no es difícil ir más deprisa, aunque el terreno sea más complicado.

La entrega de trofeos fue tan rápida que no nos dio tiempo para ir a ver a la compañera en el pódium, fue todo visto y no visto. Después de la carrera fuimos a un bar que estaba cerca de allí, un sitio llamado «Bar de Julio» o algo parecido. Nos invitó Juanqui porque celebraba su 66 cumpleaños. Estando allí me quedé bastante frío porque no me llevé abrigo y aunque era un día soleado, era un día bastante frío. Estaba deseando irme a casa porque me estaba quedando congeladito.

XI Carrera Popular de Butarque-Villaverde

Había puesto el despertador a las siete y media para desayunar y tener tiempo para hacer la digestión. Me levanté, desayuné, me preparé y minutos después de las ocho y media estábamos en el punto de encuentro donde sólo nos encontramos con uno de los compañeros porque los otros se habían ido de una manera u otra.

Llegamos al barrio de Butarque, aparcamos en el descampado cercano a la salida/meta y nos dispusimos a encontrar al resto de los compañeros. Después de dar un poco de vuelta conseguimos encontrarnos todos y nos hicimos una bonita foto antes de salir. Nos juntamos unos cuantos esta vez.

El Club Atletismo Zofío en la carrera de Butarque-Villaverde

Me coloqué junto a una compañera no muy lejos de la linea de salida, dieron la salida al rato y salimos lanzados, ya que la salida es cuesta abajo, aunque tampoco quisimos acelerarnos demasiado. Acaba la cuesta abajo en el Parque Lineal y por allí hicimos unos cuantos kilómetros. Yendo por el parque noté que iba bien. Eso sí, iba mirando el cronómetro en cada kilómetro y no era capaz de bajar de cuatro minutos y medio, aunque no eran muchos segundos la diferencia.

Salimos del Parque Lineal poco antes del kilómetro seis. Ahí la compañera se quedó un poco atrás ya que se iba quedando ligeramente en cada subida, pero pronto se puso a mi par. En otra subida antes del siete también se quedó un poco atrás y en la cuesta más larga se quedó más atrás aún. Subiendo vi que había una chica a la que nos íbamos acercando y otra un poco más allá con una bicicleta a su lado, por lo que pensamos sería la tercera clasificada.

En la bajada, buscando el noveno kilómetro dije a la compañera que había que aprovechar, que era su terreno. Nos íbamos acercando a la que creíamos cuarta y ésta se iba acercando a la tercera. Poco antes del último repecho nos pusimos a la altura de la cuarta, ya casi las tres juntas, pero en esa ultima subida de nuevo flaqueó la compañera y ya no pudo adelantar a nadie, llegando a meta las tres chicas casi una detrás de otra, separadas por muy pocos segundos.

Yo me sentí genial durante toda la carrera, mucho mejor que en todas las carreras en las que había participado en este año, sobre todo la última, la de Mercamadrid, en la que lo pasé muy mal. De hecho no sé si me adelantó alguien en la segunda mitad y además llegué un poco antes que la compañera, que siempre entra delante de mí.

Al final la compañera, que pensaba que había sido quinta de la carrera resultó ser cuarta y segunda de su categoría. La otra compañera del club también fue segunda de su categoría, pero no llegó muy contenta del todo.

Hice un tiempo según mi reloj de 45:12 por lo que no conseguí el objetivo de bajar de 45, pero muy contento porque las piernas me respondieron muy bien.

Después de la carrera pregunté a uno de los corredores del equipo de Velilla de San Antonio cuando iban a celebrar el cross, pero me dijo que este año lo habían suspendido ya que no encontraron patrocinador. Una pena porque según me contó todo lo recaudado era para un fin benéfico.

Después de que las chicas recogieran sus trofeos estuvimos en el bar de allí tomando una cerveza. Comimos un poco de jamón cortesía de los Forofos del Running que habían ganado el jamón por ser el grupo más numeroso. Tomamos un par de rondas y nos volvimos a casa.

VII Carrera de Mercamadrid

Me animé a participar por segunda vez en esta curiosa carrera que se celebra en Mercamadrid. Desde luego no era el día más indicado. Sonó el despertador a las 6:50. Me dio un susto del carajo porque era el Garmin 220 que hace un ruido asqueroso y además vibra. Me levanté, desayuné, me vestí, hice mis necesidades y sobre las 7:30 estaba en el punto de encuentro donde ya me esperaba Miguel y compañía. Me monté y a las ocho menos cuarto estábamos en Mercamadrid. A alguien le puede extrañar qué hacía allí con más de dos horas de antelación, pero había quedado junto a los compañeros pradolongueros para echar una mano en la organización.

Estuvimos un rato esperando porque era algo pronto. Nos dio tiempo a saludar a Guti, que estaba incluso más nervioso de lo habitual, lo cual es lógico. Luego saludé a Aarón, que iba a realizar el cronometraje, y más tarde fueron llegando los pradolongueros y otro grupo de voluntarios con Antonio a la cabeza.

Nos dieron un chaleco verde como de papel de fumar y empezamos a colocar los mostradores y las botellas y las cajas con las bolsas que se iban a entregar a los corredores. Cuando acabamos de colocar todo me quité el chaleco dispuesto a calentar un poco.

Saludé a David alias DaPlaCer, fui al servicio, que parecía de cincuenta años atrás, con una taza turca y entre ejercicio y ejercicio de calentamiento, nos hicimos alguna que otra foto.

Representación del Club Atletismo Zofío con algún añadido

Ya antes de dar la salida notaba las piernas muy cansadas. Había vuelto de los Pirineos el día anterior de patear montañas y entre las piernas cansadas y que tenía la rodilla izquierda dolorida veía que aquello no iba a ir bien. A las diez dieron la salida. Salí con una compañera y vi que hicimos el primer kilómetro en 4:29 según el hito que habían colocado porque al entrar por las naves no podía uno fiarse del GPS.

En pleno esfuerzo, a punto de llegar al primer kilómetro

Hicimos el segundo aún más deprisa, siempre fiándome de los hitos y el tercero y el cuarto también a ese ritmo poco más o menos. Ahí dije adiós a la compañera porque iba con las piernas muy cansadas, pero que muy cansadas.

Lo pasé mal el resto de los kilómetros y eso que aflojé porque las piernas no me iban. Se me hizo la carrera muy larga, larguísima y lo curioso es que llegué no muy lejos de la compañera para lo mal que fui. Marcaba el reloj de meta algo más de 46 minutos, pero mi cronómetro, que puse en marcha al pasar la linea de salida me dijo que el tiempo era de 45:12. De todos modos, no tengo claro que la distancia sean diez kilómetros aunque a mí se me hicieran mucho más largos.

Cogí una botella de agua, fui a buscar a la otra compañera y cuando atravesó la meta me fui detrás del mostrador, me cambié de camiseta, me puse del chaleco verde y me puse a echar una mano, al igual que las demás compañeras que participaron. Estuve sobre todo sacando Aquarius, que estaban en sus bolsas y había que sacarlos y ponerlos en el mostrador.

Cuando ya llegó todo el mundo y se habían celebrado las carreras de los niños ayudé a recoger los mostradores, nos despedimos del personal y nos fuimos. Había una cola de órdago para recoger las cosas que daban en los diferentes stands. Cualquiera se ponía a la cola; sin embargo donde daban la cerveza estaba vacío, así que cogimos un vaso de cerveza cada uno, nos montamos en el coche y volvimos a casa.

XLV Carrera popular fiestas de la Elipa

La octava carrera de la Unión de Carreras de Barrio de Madrid se celebró en el barrio de la Elipa. Se trata, sin duda, de una de las pruebas con más carácter «de barrio». Una verdadera gozada. El equipo Club Atletismo Zofío no podía faltar a esta tradicional carrera, una de las más longevas de Madrid.

Aunque no tenía prisa por despertarme, ya que la carrera comenzaba a las once, no sé qué me pasó pero antes de las siete estaba arriba. Así que desayuné tranquilamente haciendo tiempo. A las nueve y media estábamos en el punto de encuentro con tres coches y seis personas, así que convencimos a uno para que dejara el coche en su garaje y nos acercamos a la Elipa con sólo dos. Llegamos al barrio de la Elipa entrando por la calle San Marcial y aparcamos en la calle Ricardo Ortiz por donde pasa la carrera en el primer kilómetro y luego en el cinco y pico. Bajamos a Marqués de Corbera, junto al dragón y allí recogimos el dorsal. Tuvimos un problema con el de una compañera porque alguien se lo había llevado ya, pero lo arreglaron dándole otro. Me llamó la atención porque los dorsales los daban según llegaba la gente, no lo tenían asignados. Como la gente iba con el código QR se le asignaba el número de dorsal al dárselo. Curioso sistema.

Recogimos los dorsales y fuimos a buscar a los del segundo coche, que estaban tomando café. Los esperamos, nos hicimos una foto y dejamos las cosas en el segundo coche, que estaba más cerca. Calentamos un poco y a las once comenzó la carrera. Había dicho a una de las compañeras que se viniera conmigo, pero dijo que no había entrenado nada.

Representantes del Club Atletismo Zofío con el dragón de la Elipa

La carrera consiste en dar dos vueltas de algo menos de cinco kilómetros cada una, totalizando unos nueve kilómetros y seiscientos metros. Se sale cuesta abajo por Marqués de Corbera, pero enseguida se gira a la derecha y comienza la primera subida, quizás la más dura, por la calle Ricardo Ortiz. Acaba esta calle suavizando un poco, pero se gira de nuevo a la derecha y comienza una subida algo más tendida por la Avenida de Daroca. La subida acaba en la Avenida de las Trece Rosas, a lo largo de la tapia del cementerio de la Almudena y esa es la zona más llana de la carrera. Se vuelve a girar a la derecha por la calle Santa Irene y comienza un terreno descendente que alterna con algún llano y que acaba desembocando en la Avenida del Marqués de Corbera donde comienza una cuesta abajo pronunciada de unos quinientos metros donde está situada la meta que coincide con la salida. La segunda vuelta es idéntica a la primera.

Al final salimos juntos e hicimos casi toda la primera vuelta codo con codo, pero cuando bajábamos por Marqués de Corbera en esa primera vuelta se fue la compañera y no conseguía ponerme a su altura. La alcancé en la tapia del cementerio, pero cuando empezó la cuesta abajo se me volvió a ir y ya no conseguí alcanzarla entrando en meta diez segundos antes que yo. Es curioso porque iba bien de respiración, pero no conseguía que las piernas fueran más deprisa.

Fueron llegando «salteados» el resto de los compañeros y por último la segunda fémina del equipo que consiguió hacerse con el segundo puesto de su categoría. Mi compañera entró tercera de la general y segunda de su categoría, aunque aparecía como segunda un chico, así que se tuvo que conformar con una copa de tercera categoría.

Acompañando en el cajón a las campeonas

Después de que las chicas recogieran los trofeos nos volvimos al barrio y nos tomamos una cervecilla para celebrar el día. No todo va a ser correr.

XLV Cross Popular de Bargas

El otro día, en la carrera de Gerindote, hablando con un tocayo del Club Atletismo Novés me comentó que cinco días después, un jueves, se celebraba una carrera en Bargas, que estaba muy bien, que era gratuita y que iba mucha gente. Como nunca había corrido un jueves no festivo, me animé a participar. Se lo comenté a los compañeros del Club Atletismo Zofío y dos se animaron a participar.

Representación del Club Atletismo Zofío en la carrera de Bargas

La carrera comenzaba a las ocho por lo que pensamos que saliendo a las seis y cuarto de Madrid íbamos a llegar con tiempo suficiente. Habíamos quedado a las seis y veinte con el compañero. Cuando llegamos ya estaba esperando, se montó en el coche y al poco cogimos la A-42 que iba cada vez más lenta… Hasta que nos paramos. Buscando en Google Maps vimos que había un accidente un poco antes de Parla y que llegaríamos a nuestro destino a las ocho menos cuarto. ¡Sólo un cuarto de hora para recoger el dorsal y ponernos en marcha!

A la altura del polígono Cobo Calleja estaba el accidente donde había al menos cinco coches implicados. Pasamos el accidente y ya pudimos acelerar un poco, pero había bastantes coches, había que ir con ojo. Al final tuvo razón Google Maps y llegamos a las ocho menos cuarto, tardando algo más de hora y media en un trayecto que se puede hacer en cuarenta minutos. Aparqué y me quedé poniéndome las medias de compresión, que siempre es un trabajo arduo, y los compañeros se fueron a por los dorsales. Cuando llegué ya tenían el mío, me lo prendieron y me di cuenta que llevaba puestas las gafas graduadas. Como ya no era cuestión de volver al coche a dejarlas tuve que correr con las gafas puestas.

Nos encontramos con Andrés Sánchez Franco, todo un veterano de las carreras y nos dijo que él había corrido esta carrera muchas veces. Que había que salir con calma porque eran dos kilómetros todos de subida, luego llano y entrada en bajada. Le pregunté si había algún tramo por caminos y me dijo que no, que era todo por asfalto, lo cual me dejó algo descolocado porque se suponía que era un cross. Yo desde luego preferí el asfalto.

Haciendo caso al bueno de Andrés salí con calma, pero como había salido muy atrás, tuve que adelantar a bastante gente en el primer kilómetro. La carrera aunque se llama cross es una carrera por asfalto en su totalidad. Y tiene poco llano porque lo más parecido a un llano es una bajada de poco porcentaje y una subida igual, un falso llano. Luego el último kilómetro y medio es casi todo una buena bajada excepto faltando unos 300 metros que hay un repecho y luego ligera cuesta arriba. Tardé, según mi reloj, 26:14 en una distancia más cerca de los 5,8 km que los 5,6 que se suponía medía. Me salió a 4:32 min/km, lo mismo que días antes en Gerindote. Mucho mejor porque aquí eran 700 metros más.

Vi llegar al compañero, que venía muy sofocado y le di mi botella de agua. Yo cogí otra y buscamos a la compañera, que había entrado un poco antes que él. Saludé a Aarón de Evedeport, pregunté por el podium de veteranas B y entre las tres no estaba la compañera, así que nos fuimos. El pueblo estaba en fiestas y había bastante animación. Nos había dicho Andrés que a las diez daban caldereta pero no quisimos quedarnos tanto tiempo. En el coche nos cambiamos un poco, miré en la web para comprobar que efectivamente la compañera había sido cuarta y nos volvimos a Madrid. Ella estaba algo decepcionada, pero después de haber estado sin correr tres meses y llevar casi nada corriendo, demasiado bien está.

V Carrera de San Mateo (Gerindote)

Un año más me acerqué a Gerindote acompañando a una amiga natural de esta localidad. Salimos de Madrid con tranquilidad, ya que se suponía que la carrera comenzaba a las nueve y media. Llegamos sobre las ocho y fuimos a recoger el dorsal, que tardamos una eternidad en que nos lo dieran, luego tomamos algo en el bar de «los viejos» y allí pedí un café con leche para meterme cafeína en el cuerpo. Al salir oímos que la carrera comenzaba a las nueve y ya eran las ocho y media, así que nos entraron las prisas en los últimos momentos.

Ya con urgencia nos vestimos de corredor y salimos pitando. Sobre las nueve menos diez salí llegué a la zona de salida y pensaba que no iba a tener tiempo ni a calentar, pero al final dieron la salida a las nueve y diez. Ni pá ti, ni pá mí.

Salí con la idea de hacer dos kilómetros sin ir a tope y luego apretar los siguientes tres kilómetros a todo lo que pudiera para hacer el test de Cooper, que se realiza sobre doce minutos a toda pastilla; sin embargo en la salida siempre te dejas arrastrar por la marabunta y cuando pasamos por el primer kilómetro mi cronómetro marcaba 4:24, demasiado rápido. Traté de relajarme un poco en el siguiente kilómetro y subiendo por la primera cuesta me adelantó una chica de Torrijos muy delgada que subía como los ángeles, lo cual no era extraño porque debía pesar menos de cincuenta kilos.

Hice el segundo kilómetro en 4:38 y ahí aumenté el ritmo, así que la primera que cayó fue la chica de Torrijos que me adelantó en la cuesta. El siguiente lo hice en 4:20 y el otro cayó en 4:34 y ya vi que el test que quería realizar no iba a servir para nada porque ya iba fundido y es que esta prueba debe hacerse en llano, no tiene sentido hacerlo con las cuestas que había en este circuito ya que en esos últimos tres kilómetros tuve que subir tres cuestas, que no es que fueran para morirse, pero se notaban en las piernas.

En la última cuesta me volvió a adelantar la chica delgadita de Torrijos y fui con ella hasta los últimos metros donde esprinté y la dejé atrás. Llegué a meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 23:00 y un tiempo oficial de 22:59. Mi amiga llegó con un tiempo de 26:39 que no la sirvió para ganar como local, ya que la primera llegó cuatro segundos antes. Luego resultó que esa primera no era realmente local ya que la única relación que tenía con el pueblo es que de allí es su suegra. Vamos, que al final la cosa se llevó un jamón por la cara. Nunca mejor dicho lo de la cara.

El Club Atletismo Zofió en el segundo escalón del cajón

Después de la carrera comimos unas migas muy ricas que hicieron la Asociación de mujeres de la localidad. Algo más tarde dieron los premios y mi amiga como segunda de su categoría se llevó unos embutidos y una copa.

Con los resultados de los doce minutos corridos a tope en esta carrera hice el test de Cooper. Vi que en esos doce minutos había recorrido 2,64 kilómetros de lo que según una fórmula inventada por Kenneth H. Cooper se saca un VO2max de 47,72 y una puntuación de 98 y una valoración de Excelente. Bueno, no me sirvió de mucho, quizás para aumentarme un poco el ego, pero de todas formas, por mucho que me diga excelente, aún estoy bajo de forma, ya que hacer cinco kilómetros a un ritmo de 4:32 es un poco birria, pero al menos he podido sacar que mi ritmo umbral es de 4:48 y el ritmo de maratón 5:08 y con estos ritmos podré mejorar en los entrenamientos.

XLII Trofeo San Lorenzo

Sonó el despertador a las siete, me pregunté por qué sonaba el despertador y recordé que tenía carrera. Me levanté, desayuné, me vestí de corredor y poco antes de las ocho estábamos en el punto de encuentro donde ya habían llegado todos los compañeros del Club Atletismo Zofío menos uno, que llegó enseguida. Nos montamos en dos coches y fuimos hacia Embajadores para aparcar por allí, cerca de la salida/meta de la carrera.

Aparcamos y fuimos andando hasta la calle Argumosa donde nos encontramos con el resto de compañeros del Club Atletismo Zofío que habían llegado antes que nosotros. Dejamos la ropa en el guardarropa y nos hicimos una foto los compañeros.

El Club Atletismo Zofío en el Trofeo San Lorenzo 2024

Una de las compañeras, que anda unos meses fastidiada, se fue hacia la salida para salir antes ya que pensaba hacerlo andando. Calenté un poco, saludé a Antonio y busqué a Ninfa para salir con ella. Me comentó que estaba pachucha y que no sabía qué podía hacer. Dieron la salida y fui sin mirar el reloj todo el rato, simplemente con la idea de no perder a la compañera.

En la Cuesta de San Vicente se fue quedando y me llamó la atención ver a una chica joven que subía siendo empujada por su acompañante. Un acto que me pareció muy feo y muy antideportivo. Volvimos a juntarnos después de subir las escaleras y ya fuimos juntos hasta el final, aunque yo casi siempre viendo su espalda. En Sol vimos a Emilio con un par de compañeros de Garabitas y cerca de Sevilla vimos a un compañero haciendo fotos y nos sacó una bien bonita.

En pleno esfuerzo, a la altura de Sevilla

Llegamos a la Carrera de San Jerónimo y desde allí ya el recorrido es favorable, por lo que aceleramos el ritmo. En la cuesta de la calle Argumosa adelantamos a una chica y casi llegando a meta nos esprintó y llegó antes que nosotros, ¡lástima! Llegamos a meta con un tiempo de 47:31 una marca algo birriosa, pero es lo que hay. Cogí una botella de agua y me la bebí rápidamente porque el día era caluroso y con mucha humedad, por lo que llegué sudando a mares y con sed.

XXXVIII Carrera del Árbol

Me puse mi camiseta XXL que pedí sin querer, salí de casa y sin que sirva de precedente, llegué un poco antes de la hora y ya estaba allí un compañero del Club Atletismo Zofío. Esperamos un poco y llegaron los restantes. Nos montamos en el coche y nos dejaron en la Avenida de Buenos Aires, a escasos metros de la salida. Nos bajamos y pronto nos encontramos con otro compañero, al lado del photocall. Aprovechamos para hacernos una foto junto a la mascota de la carrera.

Los Compañeros del Club Atletismo Zofío con la mascota de la carrera

Estuvimos calentando con Rosario y luego estuvieron hablando sobre Mario, un chaval con una enfermedad rara al que iría parte de lo recaudado. Al final acabamos todos con lágrimas en los ojos. Con todo este asunto, la carrera comenzó algo más tarde de las diez y media. Antes incluso de comenzar ya me notaba cansado, no era un buen presagio para lo que me esperaba.

Salí junto con Ninfa, una compañera, y bajamos la cuesta despacio, pero luego me costó un montón subir la cuesta y cuando acabó ya estaba atufado por lo que el resto de la carrera fue duro para mí. Fui con Ninfa hasta la mitad de la carrera cuando ella en una bajada se fue yendo metro a metro y vi que no tenía piernas para seguirla, me conformé con ir viendo cómo se iba alejando poco a poco. Me extrañó que hubiera coches por la Avenida de la Albufera y más me extrañó que llegásemos a la glorieta sobre la M-40 y no hubiésemos pasado por el carril bici y subido la rampa. O habían cambiado el recorrido o nos habíamos ido por el camino equivocado (luego nos dijeron que fuimos por el camino erróneo).

Bajando hacia la entrada del polideportivo me adelantó un chaval a toda pastilla y cuando entramos en la pista estaba destrozado, así que le animé y llegamos los dos juntos a la meta como atestigua la foto. Llegué a meta con un tiempo de 22:26 para una distancia de 5 km justos, ya que pitó mi reloj justo antes de pasar por el arco de meta. Al poco de pasar la meta me encontré con Tino, de la organización de la carrera, y estuve hablando un rato con él. Luego cogí la bolsa y esperé a que llegaran los compañeros, buscamos al conductor y volvimos al barrio.

Llegando a meta en el polideportivo de Palomeras

La Mirandeña. Entre bosques y blasones

Para conmemorar el cincuentenario del nombramiento de Miranda del Castañar como Conjunto Histórico Artístico se celebró en esta bonita localidad salmantina la primera edición del trail «La Mirandeña. Entre bosques y blasones». Se trata de una prueba que transcurre por pistas y caminos recuperados en medio de la Sierra de Francia, en un sitio precioso.

Tres días antes de su celebración ni siquiera conocía la existencia de esta carrera, pero gracias al bueno de Isaías Díaz Peña, organizador de la prueba y natural de esta población, conocí que la estaban organizando y me la vendió tan bién que no pude evitar apuntarme… Y además convencí a una amiga para que también lo hiciese.

No es muy habitual que una carrera se celebre un sábado por la mañana, pero no debieron encontrar otra fecha y el día 20 de abril a las 11 de la mañana estaba prevista la salida. Aprovechamos el viernes para conocer diversos pueblecitos cercanos a Miranda del Castañar como La Alberca, Mogarraz o San Martín del Castañar, todos realmente bonitos, así como Miranda, pueblo que aún conserva el encanto de pueblo medieval. Una maravilla de zona.

Después de un tour por aquellos pueblos serranos, sobre las siete de la tarde del viernes nos acercamos al ayuntamiento de Miranda, antigua alhóndiga, donde recogimos el dorsal y una bonita camiseta conmemorativa. Allí pudimos saludar al alma mater de la prueba, al gran Isaías, que andaba ocupado con los preparativos de la carrera. Un rato después, juntos a otros amigos de Isaías, nos estuvo enseñando el pueblo, recorriendo sus empedradas calles y contemplando los diversos blasones que se podían ver en algunas de las casas de la población, como la casa del escribano, joya de la arquitectura mirandeña.

Al día siguiente, el sábado a las diez de la mañana ya andábamos por allí y una hora después dieron la salida, pero una salida neutralizada, algo para mí novedoso, que sirvió para recorrer las calles de Miranda (entre blasones) todo el grupo junto, casi ciento cincuenta corredores y corredoras. Después de la vuelta por el pueblo nos colocamos todos detrás del arco, en la Plaza de los Toros y poco después dieron la salida «de verdad».

Neutralizada por las calles de Miranda del Castañar

Ya había comentado en una entrada anterior que soy alérgico a los trails, pero en algún momento se me debió pasar por la cabeza que la única manera de que se quite esa alergia es insistiendo y de nuevo me vi inmerso en un pelotón que se disponía a afrontar un trail de algo más de diez kilómetros. Salimos por asfalto, pero enseguida se acabó y comenzó el primer repecho. Ese primer repecho se las traía y tuve que ponerme a andar porque los que iban por delante de mí ya iban en procesión. Después de ese corto repecho un tramo horizontal y otro corto y duro repecho que de nuevo tuvimos que subir andando.

Luego el terreno suaviza y después comienza una bajada técnica por un bonito sendero donde de nuevo demostré mi poca habilidad bajando y fui adelantado por unos cuantos corredores y corredoras. Luego vi un cartel que indicaba «Bajada técnica, precaución» y si ya antes iba con miedo, a partir de entonces iba con más cuidado todavía, tratando, sobre todo, de no meter el pie donde no debía. Después de esa larga bajada la carrera cambia de perfil y se pone cuesta arriba, pero sobre el kilómetros seis y pico había un avituallamiento donde aproveché para parar, beber un vaso de agua, comerme medio plátano y coger otro medio para comérmelo por el camino. Como la cosa seguía subiendo, fui andando y comiendo ese medio plátano. Si a Nadal le funciona, ¿por qué no me va a funcionar a mí?

El caso es que en esa larga subida iba alternando andar con correr cuando veía que la pendiente suavizaba… O cuando vi una cámara de fotos, que me puse a trotar como si no fuese cuesta arriba. Así salió una bonita foto.

Haciendo que corría

El caso es que alternando correr y andar fui adelantando a gente que me había adelantado bajando. Según me contó Isaías, la subida acababa en el caño Cachope, por lo que lo iba buscando para acabar de una vez de subir y poder acelerar un poco en un terreno más favorable. Así fue, vi un caño y un señor cerca, al que pregunté si era el caño Cachope. Me dijo que sí, por lo que me animé yo solo y aumenté el ritmo, así pude adelantar a alguno más.

Supuestamente ya era todo favorable, pero quedaba un repecho antes de llegar al pueblo y otro ya a la entrada, en la calleja Humilladero, muy corto y con una buena pendiente. Menos mal que ya se llega a la Avenida de la Constitución y ya todo recto hasta meta, aunque ese tramo era un tanto desagradable ya que el pavimento estaba empedrado. Aceleré todo lo que pude para ver si podía alcanzar a una pareja que iba por delante de mí, pero no pudo ser. Acabé con 1:03:27 en un recorrido de algo menos de diez kilómetros y medio.

Llegando a la meta en la Plaza de los Toros

Más tarde llegó la compañera del Club Atletismo Zofío, que al final fue cuarta de su categoría, quedándose a las puertas del podium. En su categoría ganó Dori Ruano, otrora grandísima ciclista, sin duda una de las pioneras del ciclismo femenino en España.

Después, gracias a la generosidad de Isaías, comimos productos de la tierra excelentes. ¡Muchas gracias! Además conocí a muy buena gente. Prometo seguir viniendo a esta carrera en las próximas ediciones… Siempre que las lesiones no lo impidan.