La carrera daba comienzo a las diez por lo que habíamos hablado de quedar todos los compañeros del Club Atletismo Zofío en el punto de encuentro a las ocho y media, pero esta vez, sin que sirva de precedente no nos pusimos de acuerdo y no quedamos en el punto de encuentro. Recogimos a Juanqui a las ocho menos cuarto y pusimos rumbo a Yuncler.
Tuvimos suerte de aparcar muy cerca de la plaza donde está instalada toda la parafernalia de la carrera. Recogimos nuestros dorsales y también el del compañero que llegó algo más tarde. Estuvimos charlando un rato, dejamos la ropa de los compañeros en nuestro coche, ya que estaba cerca de la salida y estuvimos un rato calentando. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto antes de la carrera.
A las diez en punto dieron la salida y pronto me di cuenta que iba demasiado deprisa, así que traté de calmar un poco mis ánimos ya que mi objetivo era hacer la carrera a una media de 4:20 e iba más deprisa. Había pensado esa media porque las carreras de poco más de cinco kilómetros las había hecho a 4:15 o 4:16 y ésta al ser de ocho, pues un poquito más.
Porque iba un poco acelerado y porque quería subir la cuesta de la calle Greco sin demasiados agobios, aflojé un poco el ritmo. El primer kilómetro está en la calle Ronda, en una bajadita. Allí marcó mi cronómetro 4:18 que lo di por bueno ya que incluso con la subida iba más rápido de lo previsto. El segundo kilómetro incluye una subidita hasta la iglesia y luego una recta larga y que pica ligeramente para arriba. En ese hice 4:21 y pensé que ese era el ritmo que debía llevar, aunque no iba precisamente cómodo. El tercer kilómetro está en el camino de Recas después de pasar una zona de chalets situados en calles con nombre de Río. En este tercer kilómetro hay que hacer unos cuantos giros de noventa grados pero una vez dejados atrás los chalets, por el camino de Recas parece que la carretera es ligeramente favorable. Marcó mi crono un tiempo de 4:13 que me sorprendió porque pensé había perdido más tiempo con tanto giro.
El cuarto kilómetro es el más favorable porque es todo el rato en ligero descenso y lleva hasta un poco más allá de donde está el arco de meta, ya que la carrera es un poco más corta de los ocho kilómetros anunciados. Hice esa primera vuelta en 16:33 y pensé que si se me daba bien, podría bajar de 33 minutos, lo cual sería un tiempo magnífico para mí. Poco después llegó el punto kilométrico cuatro donde el crono marcó 4:10. Vaya, no iba nada mal… Hasta que llegó la cuesta de la calle Greco, ya en la segunda vuelta, que noté que las piernas ya no iban tan alegres. En la bajada por la calle Ronda llegué al quinto kilómetro y ahí se me fue a 4:21. Donde peor se me dio fue en el sexto kilómetro, que incluye la subida a la iglesia y esa interminable recta con un ligerísima pendiente ascendente. Parecía que no iba a llegar nunca a la glorieta donde se hace un giro de noventa grados. Ese sexto kilómetro se me fue a 4:28 y tuve que pensar aquello de «quien dijo que esto iba a ser fácil» para no flaquear en demasía. El tránsito por la zona de chalets y el camino de Recas no se me dio mal habiendo tenido ese bache en el kilómetro anterior y lo hice en 4:13 y muy animado porque veía que lo más complicado se había acabado. Apreté todo lo que pude y noté que las piernas no estaban tan mal como pensaba haciendo esos últimos ochocientos metros a un ritmo de 4:01, el parcial más rápido de toda la prueba. Llegué a meta según mi cronómetro con un tiempo de 33:31 tiempo que coincide con el oficial. No pude bajar de 33 minutos, pero acabé la mar de contento porque hice cincuenta segundos menos que el año pasado y soy un año más viejo. Y hablando de viejo, me correspondió llevar el dorsal 59 que son los años que cumpliré en poco más de un mes. Todo un detalle por parte de la organización 😉
Después de la carrera comimos migas con huevos fritos y comprobamos que ninguno había pillado pódium. Bueno, la verdad es que es sólo la fémina del grupo tenía posibilidades, ya que ha subido en esta carrera varias veces, pero esta vez no hubo suerte. Nos pusimos ropa de abrigo y esperamos al sorteo, que iban alternando para que no se hiciera tan larga la espera. Subían al pódium un par de categorías y sorteaban un par de cosas. Luego subían al pódium otras dos o tres categorías y otro sorteo y así hasta que se acabaron todos los premios. Cuando ya nos íbamos dijeron que aún quedaban unas «velas» y sacaron el número 123 que era el número del dorsal de la compañera, así que no subió al cajón pero se llevó un salchichón. Bonita rima. Ya con el salchichón en la buchaca nos volvimos a los madriles para prepararnos para la llegada de los Reyes.