El otro día vi la película Sin límites que trata de la vida del gran corredor Steve Prefontaine. Desde que descubrí la existencia de este corredor tenía ganas de ver la película, para conocer algo más de su vida. La película no está mal, tampoco es nada del otro mundo, pero si te gusta esto del correr, merece la pena verla.
Sin duda ninguna, Pre es un corredor dotado para correr, aunque en la película niegue una y otra vez tener talento. Dice que el talento no existe, sólo el trabajo duro. Su entrenador, harto ya de tanto escucharle, acaba diciéndole que claro que existe el talento, que en su caso es la habilidad de sus pulmones en enviar la sangre a las células de manera eficiente (ya no recuerdo si dice eso o algo parecido).
Es evidente y creo que a nadie se le escapa que para poder llegar a la cúspide de un deporte no vale sólo con entrenar, hay que tener un talento especial, en caso contrario no llegas arriba. Siempre recuerdo a José Manuel Abascal y José Luis González, corredores del milqui de mediados de los ochenta, de gran rivalidad. Para mí el toledano era la clase, el talento, mientras que José Manuel Abascal representaba el trabajo, los duros entrenamientos. Desde mi punto de vista muy, muy personal, el toledano llegó más arriba que el cántabro, pero no sólo de talento vive el hombre…
Me acabo yendo por los cerros de Úbeda. Hoy he salido en la bici, desde el Parque de Pradolongo, pasando por Madrid Río hasta la Casa de Campo. Allí hemos hecho dos veces el circuito de triatlón. Después de las dos vueltas por la CdC, a casa por el mismo camino de ida. Iba acompañando a una amiga que llevaba una bici «de carreras» y yo con la montangüai y cada vez me resulta más complicado seguirla. En total hicimos 32,45 km en 1:38:13 a menos de 20 km/hora, pero atravesando Madrid Río resulta complicado hacer una media decente.