Cualquier persona metida un poco en este mundillo del correr sabe que la edición 2012 de la maratón de Nueva York se ha suspendido, así que tampoco les va a pillar mucho de sorpresa lo que voy a contar.
En la madrugada del domingo 28 de octubre al lunes (hora española) el huracán Sandy golpeó con fuerza la costa este de EEUU y la ciudad de Nueva York se vio gravemente afectada. Staten Island, uno de los cinco barrios de la ciudad de Nueva York fue el que se llevó la peor parte ya que el huracán dejó a mucha gente sin casa. Otros barrios, como Manhattan, sufrieron inundaciones y apagones de luz.
Ha sido indudablemente una gran catástrofe. Algunas personas han fallecido, otros han perdido sus proiedades, los aeropuertos están cerrados, barrios enteros sin luz. Terrible, sin duda.
Resulta curioso que tras una catástrofe de estas características dijera el NYRR (el club organizador de la maratón) que la prueba se iba a celebrar sin ningún género de dudas. Para que la cosa quedara bien clara, el miércoles el alcalde de Nueva York, el ínclito Michael Bloomberg dijo en rueda de prensa que la maratón se celebraba. El NYRR dijo que algunos eventos que suelen celebrarse esta semana maratoniana, se iban a cancelar y que el horario de la Expo, donde se recogían los dorsales se iba a ampliar el sábado por si alguno llegaba con las prisas.
Después de estar tres días pensando que el vuelo se iba a cancelar, resulta que al final el vuelo sale a la hora prevista y el jueves a eso de las nueve de la noche (hora neoyorquina) llegamos a Nueva York. El viaje en taxi desde el aeropuerto hasta el apartamento resulta curioso. En Manhattan, por debajo de la calle treinta y tantos, no hay luz en las casas ni tampoco funcionan los semáforos. Se ve algunas personas por la calle con linternas y en contados cruces hay policías dirigiendo la circulación con un generador que enciende unos focos. También hay algunos establecimientos, muy pocos, que deben tener su propio generador y tienen las luces encendidas. Parece un barrio fantasma.
El apartamento está en Brooklyn y allí el huracán no ha dejado rastro. Las luces funcionan y no parece que se haya inundado nada; sin embargo, los túneles que unen este barrio con Manhattan están anegados de agua y el metro no funciona, por lo que hay que utilizar el autobús.
El viernes tengo pensado recoger el dorsal por lo que hay que llegar hasta Manhattan como sea. Lea en la web de la MTA (Metropolitan Transportation Authority) que hay un autobús lanzadera que lleva desde Brooklyn hasta Lexington Aveneue.
Partimos hacia Atlantic Av. y voy viendo que todo huele a maratón: las líneas azules están pintadas, los urinarios los acaban de colocar y hay banderas indicando la ruta. Se me ponen los pelos de punta según voy andando.
Cogemos el autobús y aprovechamos para hacer turismo por la zona de Manhattan donde el huracán ha dejado menos huella. Lo único, el derribo de algunos árboles en los parques y una grúa que se ha quedado a «medio» caer y que ha obligado a cerrar una manzana de calles.
A eso de las cinco nos acercamos a la Expo a retirar el dorsal. Recojo el dorsal en un mostrador, luego la camiseta en otro y pasamos a la zona donde Asics vende todo lo vendible.
Todo feliz con mi dorsal y mi camiseta
Estando viendo los productos de Asics, me acuerdo que tengo que hablar sobre cómo ir el domingo a la salida. Vuelvo sobre mis pasos y me pongo a la cola donde atienden consultas sobre el transporte. Debido al huracán, el ferry que lleva a Staten Island no funciona por lo que todos los corredores deben ir en autobús desde la Biblioteca Pública de Nueva York. A mí me viene fatal porque resulta muy complicado ir hasta allí desde Brooklyn debido a que no hay metro. Es por eso que quiero ver si hay otra alternativa. Pues resulta que sí la hay, estos del NYRR son muy espabilados y han previsto poner autobuses también en Brooklyn. La chica muy solícita me indica a donde debo dirigirme y las horas.
Lugar y hora de salida de los autobuses
Salimos de la Expo, nos montamos en un autobús que nos lleva desde allí hasta un lugar más civilizado de Manhattan y entramos en un Starbucks a «robar» wifi. Tomando un café latte leo con estupor en la página de facebook de la maratón de Nueva York comentarios de terceras personas diciendo que han cancelado la maratón. No me lo puedo creer, si hace media hora que salí de la Expo y estaba todo normal. Pienso que son mensajes que pone la gente que no está de acuerdo con que se celebre la prueba ya que supone un desvío de recursos de la ciudad a un evento pudiendo utilizar esos recursos en gente más necesitada. Esa gente tacha a los maratonianos de egoístas e insolidarios.
Llegar desde la calle 54 hasta Brooklyn va a ser una odisea. Vamos a coger el autobús lanzadera y es imposible ya que la cola es kilométrica y no hablo en sentido figurado. Después de estar un tiempo en la cola nos marchamos por Lexington Av. hacia el sur de Manhattan para ver si podemos coger ese autobús más adelante, pero resulta imposible; sin embargo, pasa el 101 que va hacia la calle 6 y nos montamos en él, pensando, de nuevo, en coger el lanzadera en donde nos deje.
Craso error, por más que esperamos todos pasan llenos y ninguno para, así que haciendo de tripas corazón nos ponemos en marcha hacia el sur. Aunque sigue habiendo muchos edificios a oscuras, me da la sensación de que ya hay más zonas con luz, aunque todavía da miedo pasar por algunos sitios, sobre todo cerca del puente de Brooklyn, junto al río pasamos más miedo que vergüenza. Cruzamos el famoso puente y ya estamos más cerca de casa, aunque todavía quedan kilómetros por recorrer. Nos hemos dado una panzá a andar que llegamos reventados.
Llegó a casa y leo dos correos, uno de la organización de la maratón, indicando que se ha cancelado. Ahora sí que es un certeza. Se me cae el mundo encima, tantos meses de desvelos para nada. La noticia me ha hecho mucha pupa.
Me cuesta dormirme por lo que empiezo a leer en internet y algunos consideran que la decisión del alcalde Bloomberg de anular la carrera ha sido únicamente política. Si se cancela la carrera justo cuando ha ocurrido el huracán y se ha evaluado los daños, muchos corredores no hubiesen venido. Eso hubiese sido un grave perjuicio para el turismo, ya que la maratón mueve muuucha gente y eso supone mucho $$$$. Anulando en el último momento consigue que la gente venga y el turismo se resienta lo menos posible y por otro lado contentar a los que decían que no se puede celebrar la carrera estando gente en la calle. Jugada redonda.
Pienso que si es cierto que el hecho de celebrar la carrera va a desviar recursos necesarios en otras parte, la cancelación es correcta. Pero la jugarreta del alcalde es de juzgado de guardia y de muy mala baba. No tengo ni idea de si este hombre es bueno para los neoyorquinos o no, pero me da muy malas sensaciones.
A mí, dentro de lo malo, no me ha perjudicado en exceso la medida, de hecho, me ha evitado un madrugón de órdago. Venía para seis días con la familia y si no puedo correr, pues a hacer turismo por la gran manzana; sin embargo, es realmente cruel para aquel que haya venido únicamente a correr. Si yo maldije al alcalde N veces, no sé lo que habrán pensado los más afectados.
El sábado nos invitaba la fundación Proniño a un entrenamiento con Chema Martínez las 8:30 en Central Park y un desayuno en un hotel sito en Times Square a las 10:30. Como me iba a resultar muy difícil estar en Central Park a esa temprana hora, debido a que el metro seguía sin cruzar el río, nos fuimos al hotel y a la hora prevista, allí estábamos comiendo magdalenas de mil y un tipo. Después del opíparo desayuno a patear un días más las calles de Manhattan visitando los típicos monumentos. Para terminar el día, de vuelta al apartamento. Ese día hicimos 16 km a patita, menos mal que al día siguiente no tenía que correr una maratón.
Bueno, una maratón no, pero media sí. De nuevo Proniño nos invitaba el domingo a un entrenamiento con Chema Rodríguez en Central Park, también a las 8:30. Esta vez sí me di el madrugón y poco antes de la hora estaba en la puerta del hotel, extrañado al no ver a nadie de Proniño. Pasados unos minutos me encontré con uno, pero andaba tan despistado como yo. Después de dar unas cuantas vueltas por el hotel mira en el móvil el correo donde el indicaban el lugar de encuentro y no era el mismo hotel ¡era otro de nombre similar!
Corrimos a toda pastilla hacia ese hotel, pero llegamos tarde, justo cuando acababan de hacer la foto. Quedó muy mona con tanta gente con la camiseta azul de la fundación.
Proniño en Central Park
Después de la foto partimos un nutrido grupo de corredores, todos de azul, por Central Park, con la idea de completar dos vueltas a un circuito que suponía unos 20 km. Con mi compañero David, al que había conocido en el despiste del hotel, completé las dos vueltas, contemplando alucinado los miles y miles de corredores que habíamos copado el parque, algunos con su dorsal puesto y todo.
Acabé las dos vueltas y a toda pastilla hacia Times Square donde había quedado con la familia. Llegando a tan famosa plaza se puso a mi lado un corredor que también venía de España y me dijo: vaya día tan bueno para correr que nos han robado. Totalmente de acuerdo con él. Sus palabras y la emoción contenida de todos estos días provocaron que casi se me saltaran las lágrimas.
Entre las dos vueltas al parque y la ida a Times Square completé 21 km en un tiempo de 1:48:43 @ 5:11 min/km.
Después de asearme estuvimos paseando por Central Park. Allí seguía la gente corriendo y algunos llevaban cara de haberse hecho los 42 km. Eso me hizo pensar en volver al día siguiente y hacer la distancia de Filípides, pero luego lo pensé mejor: yo viene aquí no a hacer una maratón, vine a hacer la maratón de Nueva York y eso ya no era posible.
Hoy todavía sigo por la gran manzana y ya casi todo ha vuelto a la normalidad en Manhattan; sin embargo, en Staten Island la gente sigue en la calle.
Tengo todo tan vivo que antes de leerte sabía qué ibas a decir. Lo siento de corazón. Sólo desearte ánimo y que empieces a pensar en la siguiente cuanto antes.
Buenas Miguel, lo que te comente por Facebook, la decision se toma antes pero como tu dices, suspender la maraton antes de que la gente llegara hubiese supuesto perdidas millonarias, 20.000 personas foraneas a razon de 2500 € de media…es mucho dinero.
Ha coincidido con las selecciones asi que si, fue una medida politica.
Mucha gente coincidia en que se podia haber hecho de otra forma sin que hubiera tenido repercursion sobre los afectados, ademas, la ciudad necesita-necesitaba normalidad, podia haber sido un evento benefico sin precedentes, no lo han sabido ver, no se iban a llenar ellos los bolsillos.
Aun asi, has disfrutado con los tuyos de una ciudad como NYC.
Un abrazo
Cuando leí en Twitter a Trecet diciendo que se suspendía la maratón enseguida pensé en ti y en los que como tú llevan meses (o años) pensando en esa cita. Me pongo en tu piel y tiene que ser un palo terrible. Pero, al mal tiempo buena cara, a disfrutar del viaje lo máximo posible, no queda otra. Ya habrá otra oportunidad.
Abrazos.
Al menos te queda la visita con la familia y el ver NYC como pocos lo hemos visto, en plan película de apocalipsis. Vaya jugarreta del alcalde, se puede decir que os la han metido doblada.
Disfrutad de lo que se pueda, NYC no es el alcalde. Un saludo desde los madriles.
Miguel Angel, como siempre, una muy buena crónica. Has sabido trasladar lo caótico de la situación con las emociones personales. Aunque no es ningún consuelo, supongo que se te quedará grabado para siempre y formará parte de la vivencia de la familia. Por otra parte, no todo el mundo se ha podido dar una carrerita de 20km por Central Park. Yo nubiera hecho lo mismo que tu, no hubiera corrido 42km por central park, eso lo puedes hacer por Usera un domingo cualquiera. Ánimo campeón.