Hoy he salido a correr con miedo, como últimamente. Con miedo a volver a recaer. Esto ha hecho que saliera tranquilo, a un ritmo de aproximadamente 5:30. Cuando llevaba tres kilómetros recorridos, viendo que sentía «algo» donde había tenido la contractura, he aumentado el ritmo, poniéndome por debajo de 5:00 y, paradojas de la vida, la molestia ha desaparecido. Imagino que al ir más deprisa, se planta el pie de otra forma y el gemelo actúa de otra manera.
Conclusión: muchas veces vamos más despacio por tener una lesión o molestia y a veces es mejor aumentar el ritmo. Claro, que no suele funcionar.
He dado una vuelta a Pradolongo y vuelta a casa, totalizando algo más de 5,3 km en un tiempo de 28:03 a un ritmo de 5:12.