Después del mal sabor de boca con el que salí de la media de Villarrobledo me apunté a esta media maratón para ver si realmente estaba tan mal o sólo fue un mal día. Por desgracia después de esa media he estado algo tocado del tendón de Aquiles y me presenté a esta carrera con poco entrenamiento, un tanto mosqueado con mi tendón… Y con dudas de si mi dieta de croquetas del día anterior había sido la más adecuada para enfrentarse a una carrera. Y es que el fin se semana se celebraba en el barrio de San Fermín la ruta de croqueta y estuvimos haciendo una ronda por unos cuantos bares probando las deliciosas croquetas que allí servían. Aprovecho para decir que para mí las mejores fueron las del bar Ánfer, que sirvieron una plato con un sugerente nombre: Flor de croquetillas con nueces y queso azul. Realmente deliciosas. Mi voto fue para este plato. Y eso que probé otras que también estaban bastante ricas.
No sé si por las croquetas, por las cervezas o por los nervios, el caso es que tardé en dormirme, aún así me levanté a las 6:45, tranquilamente estuve desayunando y preparando las cosas para salir de casa una hora más tarde. Sin prisa me acerqué hasta la parada del autobús seis y sobre las ocho y cuarto estaba bajándome del autobús en Atocha. Subí por el Paseo del Prado y lo primero que hice fue ir al servicio. Sospechaba que los químicos que pone la organización estarían a tope por lo que me metí en uno de esos públicos que hay por diversos lugares de Madrid y que por 10 céntimos puedes hacer uso de ellos. Después de soltar el dinero y entrar me di cuenta ¡que no tenía papel! Menos mal que llevaba un pañuelo de papel. No sabía que estos servicios estaban tan desatendidos.
Después de aliviarme me encontré con un ex-compañero del trabajo que había quedado con otro ex-compañero, así que esperamos a que apareciera este segundo y estuve con ellos aprovechando para hicernos una bonita foto donde se aprecia al fondo las tiendas de campaña militares que habían habilitado como guardarropa y que se convirtió en blanco de las críticas de casi todos los participantes por la mala gestión a la hora de devolver las bolsas, ya que hacía bastante fresco y más de uno se quedó congelado esperando.
Me puse de corto, dejé la bolsa y calenté un poco, no demasiado porque ya eran las nueve y en un cuarto de hora comenzaba la prueba. Me estiré después del breve calentamiento y me metí en el cajón correspondiente donde estuve esperando pacientemente que dieran la salida. Había pensado en las cuestas arriba ir sobre 4:30 y en las cuestas abajo ir lo más rápido que pudiera. Tampoco es que pudiera ir mucho más rápido porque los entrenamientos a umbral los he estado haciendo a 4:20 y me han costado dios y ayuda. Efectivamente hice el primer kilómetro en 4:32 dentro de lo previsto porque subir hasta la Puerta de Alcalá no es precisamente fácil. El segundo lo hice en 4:23 y de algún modo recuperé esos segundillos del kilómetro anterior.
La primera mitad de la media maratón es cuesta arriba con algún tramo favorable, mientras que la segunda parte es cuesta abajo con algún tramo hacia arriba. Siempre digo que lo que se pierde subiendo no se gana bajando, así que no es una carrera precisamente fácil. El kilómetro seis, subiendo por Santa Engracia, donde estaba ubicado el primer puesto de avituallamiento fue el más lento, donde me fui a 4:43. Siempre se pierde un tiempo entre que coges la botella y echas un trago y si encima es cuesta arriba, te caen segundos sin querer.
Cuando se llega al punto más alto de la carrera, cerca de las Cuatro Torres, se gira 180º y se baja hacia Plaza Castilla. Esta es la mía, pensé, ahora se van a enterar todos aquellos que me han pasado subiendo Bravo Murillo, pero al hacer el giro me di cuenta que había un desagradable viento frontal que no sólo soplaba con fuerza, sino que venía frío, así que contuve mis impulsos, cogí una botella de agua y traté de no perder tiempo mientras bebía.
Por Mateo Inurria, que sí es una buena cuesta abajo me emocioné y estiré la zancada, marcando un parcial bastante rápido, pero se gira a la derecha y se coge la Avenida de Pío XII que es de nuevo cuesta arriba. Otro puñado de segundos que se pierden. Sí es verdad que un kilómetro después empieza el terreno más favorable porque aunque aún quedan repechitos, estos son muy cortos. Fueron, obviamente, los kilómetros más rápidos, como imagino que les ocurrió a todos.
Llegando al Parque del Retiro hay que hacer un giro de casi 180º y ahí vi a mi amigo Juan Carlos, del Club Atletismo Leganés. No sé si es que yo me había ido acercando o bien me había pasado y no le había visto, lo cual es lo más probable… O bien no era él, porque luego vi en la clasificación que bajó de hora y media. Se me pasó por la cabeza tratar de acercarme, pero lo deseché enseguida porque ya iba bastante justo. Luego bajando Menéndez Pelayo llegué a la altura de un calvorota y pensé que podría tratar de que no se me fuese. Era una manera de motivarme en esos últimos kilómetros porque ya se me iba haciendo larga la carrera.
Tampoco pude hacerme con el calvorota por lo que me centré en tratar de mantener el ritmo que llevaba y olvidarme del resto. Estos dos kilómetros bajando Menéndez Pelayo y por el Paseo de la Reina Cristina fueron bastante buenos, ya que los hice en 4:15 y 4:16, de los más rápidos de la carrera. Desde Atocha hasta meta es de nuevo terreno ascendente y ahí se me fueron también algunos segundos… Y eso que apreté los dientes para llegar a meta lo más pronto posible.
Atravesé el arco de meta justo cuando el crono pasaba de 1h33 a 1h34, marcando un tiempo oficial de 1:33:46 muy contento porque mejoré el tiempo de la media de Villarrobledo y acabé con muchas mejores sensaciones. Queda claro que lo de Villarrobledo fue un mal día.
Lo peor vino después porque fui a recoger la ropa que había dejado en el guardarropa y había una cola de impresión en la tienda del número 6. En un principio en la cola estaba al sol, pero según me iba acercando, la sombra me cubría y empecé a sentir frío. Bueno, no fue mucho lo que estuve porque luego la mochila estaba ahí mismo, pero cuando me iba con mi ropa, vi que la cola para recoger las mochilas era muuuucho más larga que cuando me tocó a mí esperar. Creo que es un punto negro que debe mejorar la organización.