La octava carrera de la Unión de Carreras de Barrio de Madrid se celebró en el barrio de la Elipa. Se trata, sin duda, de una de las pruebas con más carácter «de barrio». Una verdadera gozada. El equipo Club Atletismo Zofío no podía faltar a esta tradicional carrera, una de las más longevas de Madrid.
Aunque no tenía prisa por despertarme, ya que la carrera comenzaba a las once, no sé qué me pasó pero antes de las siete estaba arriba. Así que desayuné tranquilamente haciendo tiempo. A las nueve y media estábamos en el punto de encuentro con tres coches y seis personas, así que convencimos a uno para que dejara el coche en su garaje y nos acercamos a la Elipa con sólo dos. Llegamos al barrio de la Elipa entrando por la calle San Marcial y aparcamos en la calle Ricardo Ortiz por donde pasa la carrera en el primer kilómetro y luego en el cinco y pico. Bajamos a Marqués de Corbera, junto al dragón y allí recogimos el dorsal. Tuvimos un problema con el de una compañera porque alguien se lo había llevado ya, pero lo arreglaron dándole otro. Me llamó la atención porque los dorsales los daban según llegaba la gente, no lo tenían asignados. Como la gente iba con el código QR se le asignaba el número de dorsal al dárselo. Curioso sistema.
Recogimos los dorsales y fuimos a buscar a los del segundo coche, que estaban tomando café. Los esperamos, nos hicimos una foto y dejamos las cosas en el segundo coche, que estaba más cerca. Calentamos un poco y a las once comenzó la carrera. Había dicho a una de las compañeras que se viniera conmigo, pero dijo que no había entrenado nada.
La carrera consiste en dar dos vueltas de algo menos de cinco kilómetros cada una, totalizando unos nueve kilómetros y seiscientos metros. Se sale cuesta abajo por Marqués de Corbera, pero enseguida se gira a la derecha y comienza la primera subida, quizás la más dura, por la calle Ricardo Ortiz. Acaba esta calle suavizando un poco, pero se gira de nuevo a la derecha y comienza una subida algo más tendida por la Avenida de Daroca. La subida acaba en la Avenida de las Trece Rosas, a lo largo de la tapia del cementerio de la Almudena y esa es la zona más llana de la carrera. Se vuelve a girar a la derecha por la calle Santa Irene y comienza un terreno descendente que alterna con algún llano y que acaba desembocando en la Avenida del Marqués de Corbera donde comienza una cuesta abajo pronunciada de unos quinientos metros donde está situada la meta que coincide con la salida. La segunda vuelta es idéntica a la primera.
Al final salimos juntos e hicimos casi toda la primera vuelta codo con codo, pero cuando bajábamos por Marqués de Corbera en esa primera vuelta se fue la compañera y no conseguía ponerme a su altura. La alcancé en la tapia del cementerio, pero cuando empezó la cuesta abajo se me volvió a ir y ya no conseguí alcanzarla entrando en meta diez segundos antes que yo. Es curioso porque iba bien de respiración, pero no conseguía que las piernas fueran más deprisa.
Fueron llegando «salteados» el resto de los compañeros y por último la segunda fémina del equipo que consiguió hacerse con el segundo puesto de su categoría. Mi compañera entró tercera de la general y segunda de su categoría, aunque aparecía como segunda un chico, así que se tuvo que conformar con una copa de tercera categoría.
Después de que las chicas recogieran los trofeos nos volvimos al barrio y nos tomamos una cervecilla para celebrar el día. No todo va a ser correr.