He estado casi dos semanas en Lanzarote y deportivamente hablando han sido para olvidar. Sin embargo, vengo encantado con esta isla que me ha gustado en todos sus aspectos, más de lo que puedo expresar con palabras.
Llegué un lunes a Lanzarote y el martes me levanté pronto, me calcé las zapatillas y me puse en movimiento con la idea de alcanzar la tan afamada playa del papagayo.
Playa del papagayo
Para llegar hasta allí hay que ir por un camino, no se puede por carretera, cosa que me pareció bien, ya que no me gusta rodar por asfalto más que lo mínimo imprescindible.
Viendo que los kilómetros pasaban y que no llegaba a mi destino, en el kilómetro seis decidí darme la vuelta, que tampoco era cuestión de darse un palizón. Sobre el nueve empecé a notar una molestia en el gemelo derecho, por lo que aflojé el ritmo. Antes de llegar al diez tuve que parar porque la molestia se convirtió en dolor y no quería romperme. Así que me tocó ir andando hasta casa bastante dolorido.
Recorrido en Garmin Connect.
No me lo podía creer. El primer día de entrenamiento vacacional y lesionado. Los elementos se habían conjurado para que parase estas vacaciones como el buen sentido común me había dictado y yo había desoído. Una lesión en forma de contractura había conseguido que parase de correr.
Así que no me quedó más remedio que esperar.
Desde el lugar donde estábamos hospedados, veía todos los días un camino que subía hacia un volcán y que me llamaba, me invitaba a subir, por lo que nueve días después, viendo que no me molestaba la contractura, volví a probar, con la idea de hacer unos kilómetros andando y otros corriendo.
Uno de los múltiples volcanes que jalonan la isla de Lanzarote
En el camino de ida fui bastante bien, intercalando los kilómetros corriendo con los kilómetros andando y haciendo las subidas andando. Llegué arriba, di la vuelta al cráter del volcán -de algo más de un kilómetro de perímetro- y bajé corriendo por un camino de menos pendiente que la subida. Al terminar la bajada me di cuenta que no estaba recuperado del todo y el resto del camino lo hice caminando.
Recorrido en Garmin Connect.
El caso es que al día siguiente me levanté sin muchas molestias, por lo que decidí salir a caminar deprisa. Tenía intenciones de llegar al mar de lava, aunque lo veía algo lejos. Salí por un camino que transcurre paralelo a la carretera que va de Playa Blanca a Yaiza y poco antes de llegar a una gasolinera giré hacia el este para llegar a un pueblecito llamado Las Breñas.
En un mar de lava
Hasta ahí el camino era más o menos transitable. Sin embargo, traté de volver a Playa Blanca por otro camino y por más que lo busqué, no encontré ninguno, así que me tocó volver campo a través, pisando piedras, una detrás de otra. Ya casi llegando a mi destino encontré un camino que me hizo más llevadero el último tramo. Al final con tanta piedra lo único que conseguí fue una bonita rozadura debajo del astrágalo de la pierna derecha.
Recorrido en Garmin Connect.
Después de esta experiencia con las zapatillas, vuelvo a reiterarlo, tengo que comprar unas zapatillas nuevas a ver si los problemas que estoy teniendo son debido a las zapas.
Y en estas tres salidas se resume, deportivamente hablando, el par de semanas que estuve en esa preciosa isla de Lanzarote.