Hoy he salido con idea de hacer 40 km. Al final no han sido 40, sino 39, que tampoco está mal. Y tengo que reconocer que lo he pasado mal. Al contrario que la semana pasada que hice 30 y me pareció poca cosa, hoy he hecho 39 y me ha parecido un mundo. No me imagino como puede ser hacer 61 km más.
He comido una naranja antes de salir y me he llevado en la riñonera un sandwich de nocilla dividido en cuatro trozos que me he ido comiendo según pasaban los kilómetros. He subido por el carril bici hasta la Casa de Campo, a la altura del puente de la culebra (8,5 km). He pensado que quizás podría encontrarme con mis compañeros de MaraTI+D que entrenan allí cada domingo, pero no los he visto. He dado la vuelta a la tapia, andando en las cuestas arriba y trotando el resto, hasta que he llegado al puente de los franceses (km 18,2) y he empezado a andar un poco. Allí me he encontrado con Andrés que acababa de terminar su entrenamiento. Luego he empezado a alternar trotar y andar, aunque la verdad más trotando que andando. Me he llevado una botella de agua que iba recargando en cada fuente que encontraba, porque en la Casa de Campo sí hay agua, pero en otros sitios es difícil encontrar.
Cuando he vuelto al punto de partida (junto al tanatorio) llevaba recorridos 33 km, por lo que he dado dos vueltas a Parque Sur para totalizar 39 km y luego hasta casa. Pues eso, unos 39 km, que no está mal, pero que me han dejado bastante tocado. Y es que he estado 4h50 haciendo uso de las piernas. Mucha tela, mucha. Además, para empeorar más la cosa, he terminado con horribles rozaduras cerca de los OO debidas al calzoncillo (llevaba la malla negra). Habrá que pensar en otro indumentaria para el día D.
En un principio pensaba que hacer los 100 km iba a ser una cosa sencilla, pero ya no lo veo tan claro. Espero recuperarme del catarro para poder realizar el siguiente fin de semana entrenamientos largos y que no me dejen la impresión que me ha dejado este fin de semana. Porque si es así, me parece que no participo.